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El virus del zika ha hecho su aparición a velocidad de vértigo en América Latina. En pocos meses se ha extendido a una veintena de países, siendo Brasil y Colombia los más afectados. El grave riesgo que plantea este virus que trasmite un mosquito es que puede estar asociado a la microcefalia, una malformación fetal detectada en Brasil y que puede haber afectado a más de tres mil recién nacidos, y también al síndrome paralizante Guillain-Barré.

El virus fue descubierto en 1947 en Uganda, pero existe un conocimiento científico muy escaso. A ello se suma la escasa capacidad de reacción de los países afectados y la lentitud de la Organización Mundial de la Salud en responder. En general, la investigación carece de fondos y los países afectados, o no tienen estructuras sanitarias adecuadas o estaban en un proceso de crecimiento pero la crisis los ha puesto en claro retroceso socioeconómico. Las medidas propuestas para combatir el zika son de escasa eficacia. Buscar larvas y fumigar puede funcionar en territorios urbanos, pero estos países tienen enormes extensiones de selva. Pedir a las mujeres que planifiquen los embarazos carece de sentido en sociedades rurales. Urge hallar fondos para desarrollar una vacuna adoptar medidas cuando la zona de riesgo es un continente entero.