La Audiencia Provincial de Madrid ha condenado a un violador reincidente a 24 años de prisión por agredir sexualmente a dos mujeres e intentarlo sin éxito con una tercera en la zona de la sierra madrileña, donde residía en una cabaña.

En la sentencia, la Sección 30 de la Audiencia madrileña considera a Anghel D., de 47 años y nacionalidad rumana, como autor de dos delitos de agresión sexual, otro en grado de tentativa, dos delitos leves de lesiones y uno de robo con violencia e intimidación. Los magistrados le aplican el agravante de reincidencia, pues este hombre ya fue condenado en 2011 a seis años de cárcel por violación y desde el 24 de enero de 2017 está en prisión provisional.

El tribunal considera probado que el 13 de abril de 2015 el acusado se abalanzó sobre una mujer que paseaba con su perro por un parque en Alpedrete (Madrid) y la arrastró por la fuerza a una zona cercana, donde la amenazó de muerte y trató de violarla. Pero desistió cuando dos mujeres se aproximaron al lugar y huyó.

LA SEGUNDA VÍCTIMA

En la nochebuena de 2016, el procesado abordó a su segunda víctima cuando esta caminaba en Collado Villalba (Madrid) y la persuadió para que le acompañara a su casa, pero cuando llegaron a la cabaña la mujer "tuvo miedo" y le dijo que estaba cansada y que prefería irse a su casa. Entonces el procesado la cogió y la metió en el interior de la vivienda, donde la tiró sobre una mesa, la golpeó en la cara y, diciéndole que "se callara o la mataba", le quitó con fuerza la ropa y la violó. Después, le robó 500 euros que llevaba en su bolso y la acompañó a la calle para que cogiera un taxi. Se fue directa a un centro de salud.

La última violación sucedió diez días después, el 3 enero de 2017, cuando Anghel cogió el móvil de un desconocido y llamó a una mujer que accedió a tomar un café con él. Luego, fueron paseando hasta la cabaña, si bien ella sintió miedo e intentó huir diciéndole que tenía que salir al baño. Pero el acusado le sacó un barreño de debajo de la cama para que hiciera sus necesidades.

Fue entonces cuando él fue a quitarle la ropa, a lo que ella respondió "no, no", pero el hombre le dijo que se iba a acostar con ella, quisiera o no, exhibiéndole un cuchillo al tiempo que le decía que se callara y hacía el signo de cortar el cuello, "lo que le produjo gran miedo y como quería salir viva dejó" que la violara. Tras agredirla sexualmente, la llevó hasta su casa abrazada, si bien cuando estaban llegando al domicilio, la mujer salió corriendo.

FALTA DE CREDIBILIDAD

En el juicio, el condenado negó los hechos y defendió que las relaciones sexuales con sus víctimas siempre fueron consentidas. La sentencia no da credibilidad alguna a su versión y destaca que "no se atisba ningún estímulo o provocación por parte de las víctimas que hubiese producido la reacción del procesado y la comisión de tales agresiones sexuales. No se conocían".

Igualmente niega la exención de alteración psíquica porque "en la fecha de las agresiones sexuales no consta ningún informe médico que indique padecimiento de alguna patología" y el informe de prisiones habla de "una persona con poco autocontrol, agresivo y manipulador".