El psiquiatra catalán Miguel Ángel Hurtado sufrió a los 16 años los abusos sexuales de un sacerdote de 60. Él, ferviente católico, no pudo vencer “la sensación de vergüenza y culpa” que le silenciaba hasta los 22. Pero ya era demasiado tarde para denunciar. El delito había prescrito. Ahora quiere que nadie más vuelva a tropezar contra ese muro y ayer presentó en el Congreso de los Diputados una petición para que la pederastia no prescriba apoyada por 307.000 firmas recogidas en Change.org.

La petición va encabezada por una carta dirigida a los parlamentarios solicitándoles que en la próxima legislatura aprueben una reforma del Código Penal que tenga en cuenta las circunstancias que rodean los abusos a niños.

En la legislación española la prescripción tiene lugar cinco años después de que la víctima alcance la mayoría de edad, en los casos leves, y 15 en los graves. Una situación muy diferente a la de Gran Bretaña. Hurtado trabaja en Londres y fue precisamente la disparidad entre las noticias que le llegaban de España con las que leía en casa lo que le impulsó a recoger firmas. H