L a inmensa mayoría de los europeos lo tiene claro. No quieren que se toque más su reloj. Dos veces al año se realiza un cambio de hora estacional que no convence a gran parte de los ciudadanos. Es por eso que esta medida podría tener los días contados en la Unión Europea (UE).

La Comisión Europea ha realizado durante este verano una consulta pública on line, en forma de encuesta, para saber la opinión de los europeos sobre esta modificación horaria, y ha desvelado que el 80% de los participantes están en contra. Alrededor de 4,6 millones de ciudadanos participaron en el sondeo entre el 4 de julio y el 16 de agosto, la cifra más alta jamás registrada en este tipo de consultas continentales.

Con las conclusiones de la encuesta, el Ejecutivo comunitario empezó a debatir ayer sobre la continuidad de esta medida, donde evaluará una posible modificación de la normativa que regula el cambio horario que tiene lugar en todos los países de la UE en marzo (cuando arranca la primavera) y octubre (ya en otoño).

NO ES VINCULANTE // Pero el organismo quiso dejar claro que no hay una relación causa-efecto entre los resultados de la consulta y la propuesta presente en las próximas semanas. «Una consulta no es un referendo, es un elemento que tendremos en cuenta cuando hagamos nuestras recomendaciones, que vendrán más tarde», expuso el portavoz de la Comisión, Margaritis Schinas.

El ente optó por realizar esta consulta después de las peticiones de ciudadanos, el Parlamento Europeo y de estados miembros para suprimir el cambio horario, que ya lleva un tiempo siendo uno de los temas más cuestionados a nivel internacional.

Antes de la consulta se manejaban dos escenarios distintos: conservar el cambio de hora el último domingo de marzo y el último de octubre, o bien suprimirlo definitivamente de los Estados miembros. Todo apunta a que, tras conocerse los resultados, se decantará por la segunda opción. En ese caso, cada país deberá decidir si se queda en el horario de verano o en el de invierno.

NORMATIVA COMUNITARIA // La normativa comunitaria establece un cambio de hora común en todos los husos horarios del territorio europeo con el objeto de garantizar el correcto funcionamiento del mercado interior.

El horario estival, siempre envuelto en la polémica, se extendió tras la crisis del petróleo de 1973 como un método de ahorrar energía. Italia y Malta fueron los primeros países en Europa en adoptar el cambio y otros países se fueron sumando dentro y fuera de la UE —España lo hizo en 1977—. Bruselas intervino para armonizar los cambios en 1996, preocupada por la disparidad de criterios hasta que en el 2001 se impuso como obligatorio el salto adelante y atrás del reloj.

Actualmente, existen tres zonas horarias en la UE: la hora de Europa Occidental --en la que se encuentran Portugal, Reino Unido e Irlanda y las Islas Canarias--, la hora de Europa Central, en la que se encuentran España y otros 16 Estados, y la de Europa Oriental para ocho países del este.