La comisión creada por la Abadía de Montserrat para investigar los abusos sexuales a menores recomendó en su informe la necesidad de un acto público de reconocimiento y de petición de perdón, otra vez, por las atrocidades cometidas durante décadas por el monje Andreu Soler, fallecido en el 2008 y al que los expertos calificaron de «depredador sexual y pederasta». El abad Josep Maria Soler ha cogido el testigo en la primera ocasión que ha tenido. Fue ayer, durante la homilía de la misa y ante unas 500 personas. El religioso pidió perdón y reconoció que fallaron «los mecanismos de prevención y control».

Soler confesó de entrada que la iglesia «que crece en Montserrat» tiene sus «debilidades y sus pecados». Después, recordó que «con voluntad de transparencia» hicieron público el pasado viernes el informe entero de la comisión de investigación creada tras la denuncia de Miguel Hurtado, que acusó al monasterio de ocultar los abusos sexuales cometidos por el monje Andreu Soler.

Siguiendo al milímetro el hilo de consejos de la comisión de investigación, el abad expresó la voluntad del monasterio de «continuar» poniéndose a disposición de las víctimas para «acompañarlos en su sufrimiento y en su recuperación emocional». Tampoco desaprovechó la ocasión para volver a condenar cualquier tipo de abuso y expresar el «compromiso de luchar con firmeza contra una problemática tan grave».