El arzobispo de Granada dio verosimilitud a su testimonio, y el papa Francisco, que conoció el caso a través de una desgarradora carta en el 2014, fue quien le animó a denunciar porque «la verdad es la verdad y no debemos esconderla». Sin embargo, el conocido como caso Romanones, el mayor juicio a la pederastia eclesial en España, se queda en nada ante la falta de pruebas y la «concurrencia de graves contradicciones en la declaración de la presunta víctima, que proporciona versiones imprecisas y vacilantes», según la sentencia absolutoria conocida ayer. El caso, que implicó a una decena de sacerdotes y dos laicos, supuso cambios en las posiciones de la Iglesia respecto a los abusos sexuales del clero a menores. J.C.