Hay directores marcados indefectiblemente por una de sus obras, aquella que ha supuesto una ruptura o ha tenido un gran éxito. En el caso de Antonio Mercero, más conocido por sus trabajos televisivos que por los cinematográficos, no es una sino dos creaciones. En el plano popular, Verano azul (1981), una de las teleseries más famosas de toda la historia de Televisión Española. En el más innovador se trata de La cabina (1972), una propuesta a contracorriente de lo que se estilaba en la televisión de los últimos años del franquismo y, por eso, aún más extraña y fascinante.

Estas dos obras delinearon de un modo u otro la trayectoria de Mercero, fallecido ayer en Madrid a los 82 años, víctima del alzhéimer. Hizo muchas más cosas tanto en tele como en cine, pero nada alcanzó el prestigio crítico y la fama entre los telespectadores de las dos producciones citadas. ¡Y mira que son distintas, lo que es un tanto a favor del carácter ecléctico del realizador!

UN EMMY // La cabina es un ejercicio claustrofóbico e inquietante, galardonado con un notorio premio Emmy estadounidense a la mejor ficción y un Fotogramas de Plata para su actor (José Luis López Vázquez), con prácticamente un solo personaje recluido en una cabina telefónica durante la media hora larga que dura el telefilme. Por el contrario, la serie Verano azul es coral y generosa en metraje --19 episodios duró su única temporada--, tiempo suficiente para contarnos las peripecias veraniegas de un grupo de niños en Nerja, una maestra muy enrollada y un pescador llamado Chanquete, el gran icono de la incipiente ficción televisiva española de la época.

Nacido en Lasarte (Guipúzcoa) el 7 de marzo de 1936, se licenció en la Escuela Oficial de Cinematografía en 1962 y ese mismo año ya ganó la Concha de Oro al mejor cortometraje en el Festival de San Sebastián por Lección de arte. Este buen arranque cinematográfico no tuvo inmediata continuidad, ya que Mercero orientó sus pasos hacia el entonces balbuciente medio televisivo.

OTRO PREMIO // Entre 1971 y 1974 dirigió varios episodios de Crónicas de un pueblo, serie de la que fue creador y guionista. Llegó al mismo tiempo La cabina y después el curioso mediometraje Los pajaritos (1974), cuyo trasfondo ecologista le valió a Mercero otro reconocimiento internacional, el premio al mejor realizador en el festival de Montecarlo.

El éxito cinematográfico le llegó con La guerra de papá (1977), historia de un niño de corta edad que enfurece cuando se sabe relegado a un segundo plano.

La obra posterior del realizador se desarrolló entre el documental --Picasso insólito (1978)--; la insustancial comedia musical e infantil --Buenas noches, señor monstruo (1982), con el grupo musical Regaliz--; los intentos de hacer un cine temáticamente más personal --Espérame en el cielo (1988); La hora de los valientes (1998) y Planta 4ª (2003), según la obra de Albert Espinosa-- y, sobre todo, la tele.

Además de Verano azul, fue creador y realizador de otros productos de mucha aceptación como Turno de oficio (1986), Farmacia de guardia (1991-1996) y Hospital Central (2000-2012). Para lo bueno y para lo malo, la televisión española más popular no sería lo mismo sin Antonio Marcero.