Durante unas horas, una pequeña puerta a la esperanza se abrió para Pablo Ibar, el hispano estadounidense que el sábado volvió a ser condenado en Florida como culpable de un triple asesinato del que él siempre se ha declarado inocente, pero por el que ya pasó 16 de sus 25 años en prisión en el corredor de la muerte. También, rápidamente, esa puerta se cerró de un portazo ayer.

El juez Dennis Bailey desestimó la petición de la defensa de interrogar a un jurado que el pasado martes, tres días después de dictar el veredicto de culpable, quiso retractarse. Aunque el magistrado sí permitió interrogar a otro jurado, un suplente apellidado Black que no participó en el veredicto pero que según la defensa tuvo información que no debía sobre antecedentes del caso, Black no confirmó ese extremo al juez, quien aceptó su versión y rechazó hacer otra pregunta que reclamaba la defensa.