Los adolescentes, un grupo que ya ha alcanzado la cifra de 1.800 millones de individuos en el mundo, se han convertido en la generación más grande de la historia. Sin embargo, el crecimiento demográfico de este sector de la población no siempre ha ido acompañado de mejoras estructurales para garantizar su bienestar. Desde 1990 hasta el 2016 hubo 250.000 jóvenes más viviendo en entornos que, en muchos casos, no adaptaron su inversión acorde al crecimiento de la población. Así lo concluye el primer estudio a gran escala, publicado en la revista científica The Lancet, en el que se han analizado 12 indicadores de salud de los adolescentes de 195 países. Los resultados apuntan a que hoy en día los jóvenes de entre 10 y 24 años se enfrentan a mayores desafíos que sus homólogos de hace 25 años.

DESIGUALDADES // En el último cuarto de siglo, el mayor crecimiento de población ha tenido lugar en países de ingresos bajos y medios en los que se encuentran más de la mitad de los adolescentes del mundo. Allí, según concluye esta nueva investigación, los jóvenes tienen más probabilidades de ver empeorados su salud y su bienestar.

Más de la mitad de las enfermedades no transmisibles tienen como receptor potencial a los actuales adolescentes, la mayoría de los cuales pertenecen a estos entornos en vías de desarrollo. La obesidad afecta a uno de cada cinco y la anemia a uno de cada cuatro. El consumo de alcohol repunta ligeramente, a la par que el de tabaco disminuye en este sector de la población. Las desigualdades, además, siguen dividiendo las oportunidades de los jóvenes de prosperar, lo que también se traduce en un factor determinante para su bienestar.

«La urbanización, el conflicto armado y la migración son algunas de las fuerzas que están configurando la salud de los adolescentes. Con un aumento en el número de jóvenes en países pobres, los desafíos globales en la salud son mayores ahora que hace 25 años», argumenta George Patton, investigador en el Murdoch Children’s Research Institute.

Los investigadores argumentan que este nuevo análisis histórico del estado de salud y bienestar de los jóvenes contribuye no tan solo a conocer su evolución sino también a plantear futuros desafíos para esta generación. En este sentido, los expertos reclaman fomentar planes integrales que garanticen la prosperidad de la juventud, no tan solo a través del acceso al sistema sanitario sino también a la educación. «La adolescencia es una fase durante la cual los patrones de crecimiento establecen una base para la salud para su vida y para la próxima generación», argumenta Peter Azzopardi, autor del estudio.