El disfraz no pasa inadvertido, más que por el ingenio, por el diseño. Un hipotético debate se zanjaría apelando a la sempiterna querencia estética si no fuera porque la percha no ha elegido desfilar con ese atuendo de enfermera sexy. El traje se comercializa para niñas de 5 a 14 años, e incluso hay tallas para bebés de un año. Una apuesta carnavalesca de impacto por la que se decantan algunos padres, pero que ha soliviantado a las redes sociales y ha propiciado la correspondiente denuncia de Facua. La asociación de consumidores está tratando de acudir al foco del conflicto y localizar al fabricante de este modelo, así como al de los de policía y bombero. También sexis, sin duda. Disponibles para niñas, por supuesto. Pero no, el catálogo no tiene réplica para ellos.

Las niñas crecen asumiendo esa «promoción de la sexualidad», esa necesidad de aparecer como «sumisas y atractivas para sus futuras parejas», destaca a este diario Marta Padrós, profesora de Psicología de la Educación.

La gravedad puede aumentar cuando las pequeñas no son las únicas que se familiarizan con ese desempeño «hipersexualizado» de su figura con el único propósito de complacer al adulto. En ocasiones se «naturaliza» tanto ese desfase vital que incluso alguno de los mayores pueden protagonizar episodios de abusos, dice la propia psicóloga.

«Se lleva al extremo esa sexualidad con propuestas como la de una firma de ropa que comercializó sujetadores con relleno para niñas de 6 ó 7 años», destaca.

Cada vez se precipita con mayor premura la llegada de la adolescencia, las ansias de querer ser mayor y, así, «el final de la inocencia» de los niños, expone Padrós. «Se promociona un modelo de construcción de la personalidad en el que la chica se cosifica, se concibe como un objeto, mientras que el chico figura como un sujeto. Y, claro, el sujeto tiene la potestad de hacer lo que quiera con el objeto, y más en una sociedad tan patriarcal», sintetiza la psicóloga. Aparece así el germen de problemas de autoestima de la afectada y se abona el terreno para la violencia machista.

TV Y PUBLICIDAD // La reacción puede llegar cuando ya sea tarde y la pequeña muestre «trastornos alimentarios o sufra bullying por no ajustarse al patrón estético» de sus compañeros. Roles que le llegan desde la TV y la publicidad, pero también por la conducta de padres obsesionados por que sus hijos vistan «pantalones pitillo y camisetas ajustadas», mimetizando la presencia de un adulto. «Olvidan que la mejor indumentaria para ellos es la más cómoda --añade Padrós--, la que más se ajusta a su gran prioridad y que los mayores no deberían olvidar: jugar como los niños que son».