El artista chileno Alejandro Jodorowsky (Tocopilla, 1929) dirigió surrealistas películas de culto como 'El topo' (1970), 'La montaña mágica' (1973) y 'Santa Sangre' (1989); es especialista en el tarot, chamán, creador de la psicomagia y mimo; ha escrito obras de teatro, cómics y musicales. Acaba de estrenar en Cannes 'Poesía sin fin', con la que continúa la labor que inició en La danza de la realidad (2013): contar la historia de su vida.

Usted pasó 20 años sin hacer películas, y cuando ha vuelto ponerse tras la cámara lo ha hecho para contar la historia de su vida. ¿Por qué?

Mis películas no son cine convencional, son cine psicomágico. Es decir, son poéticas, y eso inmediatamente las hace terapéuticas. He experimentado muerte y mucho dolor a mi alrededor, y eso me ha llevado a preguntarme constantemente cuál es el sentido del arte. El arte no es solo entretenimiento; tiene que ser terapéutico, porque si no es terapéutico no es arte. Y por eso he hecho estas películas, no es narcisismo. He despertado muchos demonios familiares y dado rienda suelta a una tormenta de emociones. Lloré mucho durante el rodaje de Poesía sin fin. Pero sirvió para algo. Gracias a ello, he logrado perdonar a mi padre, que era un hombre terrible. Me ha llevado toda la vida, pero lo he logrado.

¿Cuántas películas autobiográficas más tiene previstas?

Calculo que tres más: una de ellas ambientada en París, donde conocí a gente como Marcel Marceau o André Breton, y experimenté el esoterismo; en la siguiente recordaré mi época en México, donde viví 20 años, y hablaré de mis experiencias con el chamanismo; y por último hablaré de mis últimos tiempos, cuando por fin encontré el verdadero amor al lado de la que hoy es mi mujer. Tiene 45 años menos que yo pero es la única mujer que jamás me ha entendido. Soy muy feliz.

Son muchos planes de futuro para un hombre de 87 años. ¿Siente fuerzas para tanto?

En los últimos años se me han ido cayendo los dientes y el cabello, y la decrepitud física es algo con lo que resulta muy difícil convivir. Pero por dentro me siento lleno de vitalidad, como un chaval. Me siento con fuerza para llegar a los 100 años. Si efectivamente lo logro, en el tiempo que me falta puedo rodar esas tres películas y alguna más.

Ha financiado 'Poesía sin fin' a través del 'crowdfunding'. ¿No le fue posible hacerlo siguiendo los cauces tradicionales?

En efecto. No encontré a ningún productor que quisiera arriesgarse con ella, así que tuve que recurrir a la gente. Cuando te estás ahogando te agarras a lo que sea para salvar la vida. Al principio yo era muy reticente, me sentía como si estuviera pidiendo limosna. Pero me di cuenta de que, si ofrecía a quienes invertían algo a cambio, ya no era caridad sino una transacción. Se me ocurrió pagarles con lo que yo llamo dinero poético, que no se ve ni se puede tocar, y también me ofrecía a echarles las cartas del tarot. Al final conseguimos más de un millón de dólares. El resultado es una película totalmente libre. Las de Hollywood, en cambio, no lo son.

¿A qué se refiere?

En Hollywood tienen una mentalidad industrial que me resulta repugnante. El principal objetivo es ganar dinero y como resultado el trabajo se ve condicionado y pervertido. Por eso no es un arte libre. Yo en cambio no hago películas para ganar dinero. Está claro que si lo gano me lo gastaré sin rechistar, pero me niego a tener que obedecer a nadie para ello, ni a productores ni a promotores. Y, haciendo uso de mi libertad, me he decidido a seguir haciendo películas que le permitan al cine recuperar la dignidad que Hollywood le ha hecho perder.