Fumata blanca en Berlín. Tras una noche en blanco y más de 18 horas de «duras negociaciones», el Gobierno de Angela Merkel acordó ayer un paquete de medidas con el que pretende combatir el cambio climático e impulsar una nueva transición verde en Alemania. Para ello, el Ejecutivo destinará 54.000 millones de euros.

Ha sido un parto muy difícil, pero el Ejecutivo espera que marque la legislatura. El pacto entre conservadores (CDU/CSU) y socialdemócratas (SPD) fija la introducción de un precio para las emisiones de dióxido de carbono (CO2) en el sector de la construcción y el transporte que encarecerá el uso de gasolina, diésel, gasóleo para la calefacción y gas natural. Ese aumento se aplicará a través de un mecanismo de comercio de emisiones y se pondrá en marcha a partir del 2021. Así, la visión de los de Merkel se ha impuesto mientras que la petición socialdemócrata de crear un impuesto específico para el CO2 ha sido descartada.

«SENSATO Y ACEPTABLE» // El objetivo compartido de las negociaciones ha sido impulsar un plan en el que las nuevas políticas no perjudiquen ni a la industria ni tampoco a la clase trabajadora, un plan «económicamente sensato y socialmente aceptable», describió Merkel. Ese encarecimiento del gas de efecto invernadero se compensará con incentivos y beneficios fiscales para quienes que se pasen a energías más limpias.

Este gesto responde a la creciente preocupación por un tema que hasta ahora habían dejado en un segundo plano. La protección climática ya no es solo una reivindicación de grupos como el movimiento estudiantil Fridays for Future, que se manifiesta cada viernes, sino que cuenta con el apoyo de sindicatos, empresas e incluso la Iglesia protestante.

Así, la lucha contra el cambio climático es ya el asunto político más importante para los alemanes, según revela una encuesta de ARD publicada ayer mismo. Hasta un 63% cree que hay que impulsar medidas de transición hacia un modelo verde aunque estas perjudiquen el crecimiento.

No es casualidad que hayan hecho público este sondeo el mismo día en que la huelga climática que convocó hasta 533 manifestaciones en todo el país. Unas 80.000 personas se reunieron solo en Berlín. Sin embargo, el acuerdo del Gobierno no ha gustado a las organizaciones ambientales. «Es un escándalo que ni es ambicioso ni efectivo», ha criticado Luisa Neubauer, cara visible del movimiento Fridays for Future en el país germano. La izquierda lamenta que el ejecutivo haya aplicado medidas de mercado en lugar de una fuerte regulación.