«Estado de pánico». Esta es la definición de los expertos informáticos sobre el estado actual de la seguridad en los dispositivos conectados a internet. Y es que los impulsores de la llamada internet de las cosas (IOT, en sus siglas inglesas) se han echado a temblar con los últimos ataques informáticos --en especial el que tumbó a Twitter, Amazon y Spotify, entre otros, el 21 de octubre-- para los que se usaron dispositivos que no eran ordenadores o móviles.

Para muchas personas supuso también descubrir que el televisor, el router, la cámara de seguridad, el vigilabebés o cualquier electrodoméstico con conexión a internet puede convertirse en un arma en manos de delincuentes. Pero la industria, que ya había recibido avisos por todas partes sobre la falta de seguridad de los dispositivos, tuvo ese viernes 21 una confirmación flagrante. Y la IOT pasó de ser la «gran esperanza» a vivir su mes «horribilis».

Tras el ataque, ISACA, entidad internacional que audita la calidad de software, ha reclamado que se tengan en cuenta los estándares de seguridad a la hora de permitir comercializar cualquier dispositivo conectado.

Expertos en ciberseguridad se encuentran con que los fabricantes crearon máquinas con poca memoria y prestaciones limitadas que en principio solo debían ser usadas para sus funciones. H