Cuando el coronavirus comenzó a expandirse por el mundo, los bancos centrales fueron los primeros en reaccionar para tratar de frenar el pánico en las bolsas. Esas medidas han ayudado a tranquilizar ligeramente a los inversores en las últimas semanas, pero los riesgos siguen siendo elevados, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), que teme que las crecientes dificultades de empresas e instituciones para financiarse desencadenen serios problemas de solvencia en el sistema.

«El riesgo es que la incapacidad de los prestatarios para hacer frente al servicio de su deuda traslade la presión a los bancos y se congelen los mercados de crédito», asegura en su informe Estabilidad Financiera Global. El análisis constata el conservadurismo que se ha impuesto en las bolsas de todo el mundo, a medida que los inversores huían de los activos de riesgo con unas ventas que en los días más negros llegaron a alcanzar la mitad de lo que se perdió durante la crisis del año 2008, quizá una de las más duras de las vividas.

La estampida ha deteriorado la liquidez en los mercados, lo que ha hecho que aumenten los costes de financiación y se recrudezca el estrés de las compañías peor financiadas, según el análisis del FMI.