Cada año casi 120.000 personas sufren un ictus en España, de los cuales la mitad quedan con secuelas discapacitantes o fallecen y, aunque, en los últimos 20 años, la mortalidad y discapacidad ha disminuido, se espera que en los próximos 25 años su incidencia se incrementará un 27%, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN).

Según la sociedad médica, el ictus es la segunda causa de muerte en España, la primera en el caso de las mujeres, y también la primera causa de discapacidad adquirida en el adulto, además actualmente más de 330.000 españoles presentan alguna limitación en su capacidad funcional.

«Un ictus es un trastorno brusco en la circulación sanguínea del cerebro que puede ser producido por oclusión arterial (el 85% de los casos) o por hemorragia (el 15%)», explica la doctora María Alonso de Leciñana, coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad de Neurología.

«Puesto que el cerebro necesita un aporte constante de oxígeno y nutrientes, que le llegan a través de la circulación sanguínea, el daño cerebral que produce un ictus depende en gran medida del tiempo en el que dura este trastorno y de la zona que se haya visto afectada. Por lo tanto, saber identificar los síntomas para acudir cuanto antes al hospital, puede ayudar mejorar el pronóstico de esta enfermedad», añade Alonso.

La edad es otro factor de riesgo, ya que la incidencia del ictus aumenta considerablemente a partir de los 60-65 años: un 5% de los mayores de 65 años de nuestro país han tenido un ictus. No obstante, el ictus, en los últimos 20 años ha aumentado un 25% el número de casos de ictus entre las personas de 20 a 64 años.

Los síntomas del ictus generalmente se producen de forma brusca e inesperada. Los más comunes son la alteración en el lenguaje y la pérdida brusca de fuerza o sensibilidad en parte del cuerpo.