Un año sin Rafa Lloret. Y el silencio y los caminos tortuosos de la cultura en la ciudad turquesa y naranja todavía atenazan en la orfandad que deja un ser querido y amado, cuyo legado permanece. En el gran teatro del mundo, como remedo de la obra calderoniana, el actor y director, el poeta y trovador, el ilusionado e ilusionante, y también deportista (pocos conocían su afición al atletismo y su época de directivo del CD Castellón, al que le hubiera gustado verlo en Segunda División), todo nos recuerda a él, cada paso, cada mirada, cada evocación, cada gesto y cada suspiro en su esposa, en sus hijos, en sus nietos y amigos. Estás en el cielo, lo sé. Borriol ya tiene una calle con tu nombre. Falta ahora Castelló, a la que entregaste lo mejor de tí, que decida qué, como y cuando te brindan honores. Mientras, las cigüeñas descansan tranquilas en la marjal en la fiesta de la Mare de Déu Gitadeta, como cada verano. Como cada tiempo. A las 12.00 horas en la basílica de Lledó, misa en su memoria. Amén. H