Unos 7.800 menores arriesgaron su vida a lo largo del 2018 para llegar a España. Fueron uno de cada diez inmigrantes contabilizados. La mayoría de ellos, unos 7.000, no tenían ninguna referencia familiar. Sin embargo, tanto en su atención como en su acogida primó su condición de migrantes antes que la de niños con necesidades específicas psicosociales. Una situación que, como denuncia la oenegé Save The Children, no solo es «anómala», sino que además ahonda en su vulnerabilidad y desprotección. Ya ha ocurrido en Andalucía y Cataluña, donde las quejas ante los supuestos conflictos que generan ocultan la realidad de que el grueso de ellos jamás ha tenido conductas delictivas. Y que en algunos casos se trata de una simple inadaptación a un sistema institucionalizado que carece de medios y recursos para atenderles.

«Es una obligación de todos, partidos políticos, Administración y sociedad, garantizar los derechos de estos menores», insistió Andrés Conde, director general de la entidad. La organización instó a los gobiernos no solo a gestionar las migraciones de manera responsable y sostenible, sino a implementar una «perspectiva de infancia» en los protocolos, normas y políticas que se lleven a cabo con menores migrantes, un colectivo especialmente vulnerable y susceptible de caer en manos de redes de trata y explotación con distintos fines.

MECANISMOS QUE FALLAN // Los datos demuestran que el sistema falla, como recoge la oenegé en su informe Contando pasos. Pese al aumento de los menores inmigrantes en los últimos tiempos (un 400% solo en el 2018), desde el 2013 apenas 15 niñas han sido reconocidas como víctimas de trata. O que únicamente 75 menores no acompañados solicitaran asilo pese a venir de situaciones de violencia extrema en sus países. En este punto, Conde puso el acento en la necesidad de mejorar los procesos en el momento de llegada, a fin de una correcta identificación como menor, ya que hasta ahora se realiza de forma visual o por su desarrollo óseo, procedimientos considerados dudosos por la ONU.

Además, esas primeras horas de llegada son críticas para detectar situaciones de vulnerabilidad u ofrecer la posibilidad de asilo, con un mayor nivel de protección, a aquellos susceptibles de demandarla. También para detectar sus redes familiares y facilitar la reagrupación, objetivo final del proyecto de muchos de ellos que buscan llegar a Centroeuropa y países nórdicos.

POLÍTICA DE ESTADO // También falta una política de Estado basada en la corresponsabilidad de las comunidades autónomas para acogerlos. «No podemos reclamar a la UE que la llegada de migrantes no es solo cuestión de España y pensar que su acogida es problema de la comunidad a cuyo puerto llegan», reprochó el responsable de Save The Children.