La participación desinteresada de miles de personas conectadas a la plataforma Mosquito Alert, una aplicación gratuita para teléfonos móviles, ha permitido detectar el ritmo y las rutas de expansión del mosquito tigre en España con antelación, gran fiabilidad, alcance geográfico y a un precio mucho más barato que los métodos tradicionales basados en colocar trampas por el territorio. Es un éxito de lo que se conoce como ciencia ciudadana. En total, el proyecto ha recibido desde el 2014 más de 3.600 avisos confirmados de mosquitos tigre.

La aplicación, desarrollada por investigadores del Centre de Recerca Ecològica i Aplicacions Forestals (CREAF) con el impulso de la Obra Social La Caixa, ha obtenido resultados excelentes. Por ejemplo, gracias a una foto enviada por Luis P., un participante de Huesca que se descargó la app, fue posible confirmar en el año 2015 el primer caso de mosquito tigre en Aragón. Meses después, otra foto enviada desde Málaga sirvió para certificar la llegada del insecto a la costa andaluza. Y ejemplos similares se han sucedido en Baleares, Comunitat Valenciana y el Pirineo catalán.

En definitiva, como explica Frederic Bartumeus, director de Mosquito Alert, la colaboración ciudadana no solo sirvió para detectar con rapidez la llegada del mosquito a varias provincias, lo que a su vez permitió adelantar en el tiempo las medidas de control, sino que en muchos casos difícilmente se habrían detectado con los métodos tradicionales.

Después de tres años de funcionamiento y un sinfín de datos recopilados, los investigadores que gestionan la app han publicado un artículo en la revista Nature Communications en el que demuestran que la información obtenida gracias a la ciudadanía tiene suficiente calidad para usarla en investigación y resulta además mucho más barata. La ciencia ciudadana, dicen los autores, puede «revolucionar el seguimiento de mosquitos vectores de enfermedades globales». El estudio ha sido liderado por investigadores del CREAF, el Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CSIC) y Universitat Pompeu Fabra (UPF), con la colaboración de las universidades de Murcia y Zaragoza.

Los autores han calculado que la participación ciudadana ha reducido hasta ocho veces el coste de los métodos científicos tradicionales, que se basan en colocar trampas en lugares estratégicos donde las hembras de mosquito ponen huevos. «No es cuestión del precio de las trampas --precisa el propio Bartumeus--. El problema es que necesitas muchas y luego mucha gente que vaya al menos una vez cada 15 días para comprobar lo que hay allí».

Los autores del estudio también afirman que, gracias a la ciencia ciudadana, se han ampliado las áreas de vigilancia en el territorio español para estudiar el mosquito tigre, ya que hay una red de personas voluntarias distribuidas por todo el país.