El llamado porno de la venganza tiene los días contados con aplicaciones como Rumuki, donde solo se pueden visualizar los vídeos grabados en la intimidad si las dos partes dan su consentimiento.

El funcionamiento de Rumuki, una palabra que significa ‘llave de la habitación’ en japonés, es simple: una de las dos partes de la pareja graba con el móvil un vídeo, entonces el servidor recibe el archivo e inmediatamente envía dos contraseñas a los dos dispositivos vinculados.

A diferencia de otras aplicaciones como Snapchat, que también se han utilizado para intercambiar vídeos comprometidos y otras chorradas inofensivas; Rumuki está pensada únicamente para grabarescenas íntimas. Los vídeos subidos de tono pueden destrozar una vida si caen en las manos equivocadas o si están en el poder de una expareja despechada, pero con Rumuki permanecen encriptados en el servidor de la aplicación solo durante una semana y se pueden reproducir una única vez.

Los videos subidos al servidor están a salvo de terceros, los temidos ‘hackers’ malintencionados, sencillamente porque “los vídeos nunca se envían a través de internet”, asegura en la web el creador de la aplicación, Nathan Kot, un joven ingeniero de software neozelandés también responsable de otras aplicaciones y plataformas como Wed.is y Plaid.com, entre otras. “Originalmente pensé que me llevaría tres meses construir esto, pero fueron casi dos años”, explica en la página ProductHunt, una plataforma donde los creadores comparten sus trabajos con otros creadores y usuarios.

BOTÓN DEL PÁNICO

En caso de ruptura o arrepentimiento, Rumuki permite dar marcha atrás, con todas las garantías. Cualquiera de las partes puede revocar el permiso para reproducir los vídeos compartidos pulsando un botón llamado ‘Revoke’.

Rumuki trabaja para ampliar su servicio a fotografías, no solo vídeos, y para impedir los ‘pantallazos’ (captura o copia de lo que se muestra en un momento concreto en la pantalla de un dispositivo), posiblemente el único punto débil de esta aplicación pensada para evitar chantajes y venganzas sexuales. Lo que la aplicación tampoco puede hacer es controlar si una de las dos partes visualiza el vídeo con otras personas, sin el permiso de la primera.