El mundo entero asistía este lunes atónito al dramático espectáculo de ver una de las joyas del arte gótico devorada por las llamas. Parte de la historia de Francia se hundía con la caída de la aguja de la catedral de Notre Dame de París, uno de los símbolos de la capital francesa, el monumento histórico más visitado de Europa.

La catástrofe, que muchos ven como la pérdida patrimonial más grave desde la segunda guerra mundial, obligó al presidente francés, Emmanuel Macron, a aplazar la alocución televisiva en la que iba a anunciar medidas para salir de la crisis de los chalecos amarillos.

"Esta catedral, la reconstruiremos”, dijo Macron anoche en la zona del siniestro acompañado por su esposa Brigitte, el primer ministro, Edouard Philippe, el arzobispo de París, Monseñor Aupetit, y la alcaldesa de la capital, Anne Hidalgo.

"Lo peor se ha evitado"

El presidente añadió que "lo peor se ha evitado a pesar de que la batalla no se ha ganado totalmente” y anuncio el lanzamiento de una suscripción nacional para levantar de nuevo Notre Dame. "Notre Dame de París es nuestra historia, nuestra literatura. Es el epicentro de nuestra vida", subrayó.

El trabajo de los bomberos ha permitido salvar la fachada y las dos torres. La estructura se mantiene en pie, pero dos tercios del tejado se han ido con las llamas.

Desde la isla de la Cité, antes de ser desalojados por la policía, que estableció un amplio perímetro de seguridad en torno a la catedral, parisinos y turistas veían serios, en silencio y con lágrimas en los ojos, cómo el fuego se apoderaba de la iglesia.

Según los primeros indicios, el incendio se inició de manera accidental a las 18.50 horas en la parte posterior del tejado, al parecer en un andamio, cerca de donde se estaban realizando unas obras de rehabilitación. Luego se propagó a la velocidad de la luz al resto del techo, una zona abuhardillada con vigas de madera.

Los operarios habían terminado su jornada a las 17 horas y la catedral se disponía a cerrar sus puertas cuando empezaron a verse las primeras columnas de humo, obligando a evacuar a los visitantes que estaban en su interior.

La fiscalía de París ha abierto una investigación de la que se encargará la policía judicial para determinar las causas del siniestro. Probablemente el incendio estaría relacionado con las labores de restauración.

El momento más dramático fue cuando, poco antes de las 20 horas, la célebre aguja de la catedral se deshacía como un azucarillo entre las brasas, extendiendo las llamas al resto del armazón. Una parte de la estructura de la catedral, cuya construcción se inició en 1163, data del siglo XIII y otra del siglo XIX, según explicó el portavoz de Notre Dame, André Finot, quien confiaba en que la bóveda no se viera afectada.

Salvar las obras de arte

Desde la cercana plaza del Ayuntamiento y en el Puente de Saint Michel cientos de personas dejaban en el aire exclamaciones de tristeza al ver desaparecer la famosa aguja. Cuatro horas después de declarado el incendio, unos 400 bomberos seguían luchando para evitar que el fuego se llevara por delante las dos torres. Poco antes de las 23 horas anunciaron que habían logrado salvar la estructura del edificio.

El Ayuntamiento de París estableció como prioridad garantizar la seguridad de la zona colindante para proteger a turistas y vecinos de posibles riesgos de hundimiento y, según el adjunto a la alcaldía, Emmanuel Grégoire, una comisión especial tenía el objetivo de intentar salvar todas las obras de arte posibles.

Patrimonio de la humanidad desde 1991, Notre Dame destaca por sus magníficas vidrieras, sus cuadros y sus esculturas. Afortunadamente, dieciséis de ellas se habían retirado el pasado 11 de abril para ser restauradas, así que no se han visto afectadas por el fuego.

Muchos internautas se preguntaban por qué no se usaban hidroaviones pero los expertos en seguridad civil explicaban que emplear este tipo de aparatos destruiría todo lo que quedaba del techo de la catedral. Además, para operar se necesita un espacio mucho mayor que el que ocupa la plaza en la que está Notre Dame. Un helicóptero y un dron sobrevolaban el perímetro en el que bomberos y policías patrullaban manteniendo a distancia a curiosos y vecinos.

Incredulidad y tristeza

El siniestro ha provocado innumerables reacciones. En la clase política francesa el estupor y la desolación eran unánimes. “Es el corazón y la historia de París lo que se quema ante nuestros ojos”, dijo el presidente de la Asamblea Nacional, Richard Ferrand.

El socialista Olivier Faure lamentó la desaparición de una “joya de la historia francesa” y el jefe de Los Republicanos, Laurent Wauquiez, habló de un símbolo de las raíces cristianas. El líder de la Francia Insumisa, Jean Luc Mélenchon, pidió una pausa política de 24 horas ante la magnitud del siniestro.

El Vaticano mostró su “incredulidad y tristeza” y manifestó su proximidad con los católicos mientras que el presidente norteamericano, Donald Trump, reclamó en un tuit “actuar rápidamente”. “Notre Drame”, titulaba el diario Libération su edición de este martes bajo la fotografía del monumento en llamas.