Ana Julia Quezada, autora confesa de la muerte del niño Gabriel Cruz, dijo en su declaración a la Guardia Civil que había dejado una camiseta del menor junto a una depuradora para que Ángel Cruz, padre del pequeño, «creyera que estaba vivo, para darle esperanza y no hacerle daño». Así consta en uno de los documentos incluidos en el sumario de la causa contra la investigada como presunta autora de delitos de asesinato, detención ilegal y también contra la integridad moral.

La mujer, que indicó ante la Guardia Civil que su relación con el niño era «buena», sostuvo que al tomar el camino de acceso a la vivienda de la abuela de Gabriel se encontró con este «jugando con un palito al lado derecho», y que entonces le dijo que subiese al vehículo y que la acompañase hasta el cortijo Rodalquilar.

discusión // Una vez allí, declaró que entonces vio al niño coger un hacha en el jardín y que le dijo que la dejase porque podía hacerse daño. Entonces, según ella, este entró a la casa y le espetó que se callara, que «siempre tenía que decirle lo que tenía que hacer», que la insultó diciéndole que era una «negra fea» y que se «fuera a Santo Domingo».

Tras ello, señaló que forcejeó con el pequeño para quitarle el hacha «taponándole la boca a la vez para que se callara y no le insultara, que le apretó la boca y la nariz» y que no quería «hacerle daño a Gabriel», cuando se dio cuenta de que ya no respiraba.

Entonces, según declaró, se asustó «muchísimo, se bloqueó»; y se quedó fumando sin saber qué hacer porque le había hecho daño al niño y a Ángel, hasta que lo enterró en una zona próxima a la piscina, donde antes había hecho un agujero, y lo tapó con tierra. Posteriormente desnudó al niño y tiró la ropa en un contenedor de Retamar, Almería.

Al ser preguntada sobre por qué se desplazó su hija a la provincia de Almería tras la desaparición de Gabriel, manifestó que no tenía nada que ver con los hechos y que se había trasladado para darles ánimos a ella y a Ángel y a colaborar en la búsqueda.