Es un crimen que se cometió sin espacio ni tiempo para que ocurriera. El presunto asesino, Juan Francisco López, aprovechó el instante en que Laia, de 13 años, salía de casa de sus abuelos, ubicada en el segundo primera, y pasaba junto a su puerta, en el 1o 1a, para atraparla y matarla. Junto al portal, en una calle de Vilanova i la Geltrú (Barcelona), la esperaba su padre. Tan inconcebible era que le hubiera ocurrido algo a la chica en ese trayecto que todos los que se pusieron a buscarla desesperadamente lo hicieron lejos de allí. Dando por hecho que Laia se habría despistado y echado a andar en dirección opuesta al coche de su padre.

Cuando Laia fue hallada al cabo de tres horas, llevaba muerta un buen rato. La encontraron dos de sus tíos que entraron por la fuerza en casa de Juan Francisco. Los dos hombres, hermanos del padre y de la madre, golpearon su puerta y, al ver que respondía a sus preguntas con contradicciones, percibieron que la niña tenía que estar en esa casa. Lo apartaron y se colaron dentro. Encontraron una de las habitaciones con la puerta cerrada, la abrieron y vieron un colchón fuera de lugar, tapando algo de manera chapucera. Al levantarlo, descubrieron el cuerpo de Laia. Eran las 22.00 horas de la noche del lunes. El examen forense dirá cómo murió Laia. Su cuerpo presentaba heridas de arma blanca y se sospecha que el asesino utilizó un cuchillo doméstico.