Desde el punto de vista de la valoración y el autoconcepto, separamos a las personas en base a lo alta o baja que tengan su autoestima. Determinamos así aspectos de su personalidad, la forma de relacionarse o de mantener relaciones y cómo se comportan en el trabajo. Sin embargo, los pensamientos, el cómo los expresamos y la comunicación que elaboramos está determinada también por nuestra autoestima. El sentirnos bien con nosotros mismos o el tener un pobre concepto sobre nuestra inteligencia nos hace comunicar mejor o peor y con elementos característicos.

No siempre nos es fácil determinar cuánto nos queremos a nosotros mismos. En momento extremos de inseguridad o desvalorización sí vemos claras las señales, pero solo en dichos extremos. Sin embargo, hay determinadas características que nos dejarían claro el grado de nuestra autoestima. La comunicación es una de estas señales que podemos tener en cuenta.

HACIA FUERA

La seguridad en uno mismo, las emociones equilibradas y el saber gestionar las relaciones de forma asertiva parten de la propia valoración y del autoconcepto. Nos influyen en cómo ponemos límites, si sabemos expresar nuestras necesidades o si somos coherentes al hablar desde nuestros valores. Engloba un tipo de comunicación específica que diferencia a personas con alta autoestima de aquellas que la tienen más baja. Es una de las señales en las que fijarnos para evaluar nuestro amor propio y un foco de actuación en caso de que queramos mejorar el cómo nos relacionamos con nosotros mismos o con los demás.

Las siguientes cuatro áreas son específicas de aquellas personas que se comunican desde la alta autoestima:

1. Lenguaje directivo

Dirigen la conversación hacia los puntos que creen y consideran necesarios. Es decir, lejos de caer en la pasividad, toman las riendas, tratan aquello que les interesa, expresan lo que sienten y no se dejan llevar ni por las circunstancias ni por el otro. El lenguaje directivo es seguro y desde un egoísmo razonable.

2. Compromiso con uno mismo

Si yo tengo una buena valoración de mí mismo, doy importancia a lo que pienso y siento, y así lo expreso. No dudo a la hora de contar cómo estoy o qué necesito, sino que tengo fe en que lo que digo es correcto desde mi propio punto de vista. Mis palabras tienen valor porque yo así lo considero y se lo doy.

3. Unión con el otro

Si decimos que el lenguaje de una persona es seguro y comprometido con uno mismo, no implica que obvie al que tiene enfrente, al contrario. Cuando una persona se sabe válida, su ego no se excede y sabe ver, comprender y apoyar a las demás personas. El lenguaje busca la cooperación, el estar con los demás y el apoyo en el grupo. De esta forma, tenemos una mayor facilidad para estar con amigos o familiares, disfrutamos del contacto y tendemos a buscarlo, en contraposición con el aislamiento que suele sufrirse con baja autoestima.

4. Destacar

Si observamos durante unos minutos a una persona segura de sí misma, lo que más puede llamarnos la atención es su carisma. Sin pretenderlo ni buscarlo, llaman la atención y su lenguaje va acorde a este modo de actuar. Una comunicación que atrae a los demás y genera magnetismo.

Las relaciones interpersonales son bidireccionales, partiendo no solo de la personalidad de cada uno, sino también desde la autoestima. Me relaciono bien cuando también estoy así conmigo mismo, y eso determina cómo me expreso o el lenguaje que utilizo. Una señal clara del amor propio que tengo.

* Ángel Rull, psicólogo.