Con la entrada del otoño se empiezan a notar cambios climáticos que irán influyendo en nuestro estado emocional y en cómo se encuentra nuestro cuerpo, de la misma forma que ocurre cuando aparece la primavera. Los días se acortan, las noches son más frías y hay más días lluviosos. Esto sumando a que hemos vuelto de vacaciones hace unos días hace que nos resintamos.

El cambio se debe a que las hormonas y los neurotransmisores deben adaptarse a los cambios en el clima y en nuestra rutina. Lo más significativo es que el sueño y el hambre están alterados, igual que también podemos estar más tristes o irritables. El mayor cansancio nos impedirá ajustarnos a las exigencias del día a día. Por eso es conveniente que al notar los efectos en nuestro cuerpo y en nuestro cerebro, lo combatamos de manera externa para poder restaurar cuanto antes el equilibrio y sentirnos bien.

AFRONTA EL CAMBIO

Asociamos estar mal a factores tales como el exceso de trabajo, la desmotivación, la falta de ejercicio, la mala alimentación o las exigencias de nuestros jefes y nuestros compañeros. Sin embargo, el malestar es debido a un desajuste interno debido al cambio de temperaturas y la disminución de las horas de luz. Esto ocurre con el cambio que sufrimos con la llegada del otoño, de la misma forma que aparece con el aumento de las temperaturas.

Aunque la astenia otoñal es menos conocido, no deja de ser algo que puede afectarnos y nos haga sentir que no llegamos al final del día o de la semana. Por eso debemos aceptar a que nuestro cuero también le influye la climatología y buscar la forma de sentirnos mejor. Estos cinco pasos te ayudarán en ello:

1. Reajusta el descanso

Lo que necesitamos dormir para estar plenamente descansados depende de las horas de luz. Lo normal es que en invierno necesitemos dormir un número mayor de horas, por lo que a la vuelta de vacaciones y coincidiendo con el otoño, tendremos que aumentar el descanso hasta encontrar el número de horas necesario. Esto también incluye el tiempo de ocio o los periodos de recuperación en el gimnasio.

2. Cuida lo que comes

La alimentación es lo que más se ve afectado por nuestro estado físico y mental, pero también influye en cómo nos sentimos. Esta bidireccionalidad la podemos usar a nuestro favor, aunque requiera un mayor esfuerzo. Cuidar lo que comemos, hidratarnos y mantener unos buenos hábitos influirá en estar mejor con nosotros mismos.

3. Nuevas metas intelectuales

Como el ocio se ve disminuido, podemos aprovechar ese tiempo extra para encontrar nuevos objetivos intelectuales o estimulantes. Cursos online o clases en centros sociales del barrio nos ayudan a que la motivación aumente y también nuestro nivel de felicidad. Las metas están directamente relacionadas con el bienestar.

4. Espacio

Desde la soledad, la parte positiva de esta, podremos encontrar aquello que más nos puede ayudar. La astenia otoñal puede despertar en nosotros sentimientos que habíamos apartado durante el verano. Es momento de replantearse qué queremos hacer o hacia dónde avanzar, y para eso siempre debemos pasar tiempo con nosotros mismos. Para ello no siempre es necesario el aislamiento, ya que la natación, por ejemplo, también implica esos momentos de soledad.

5. Date tiempo

Exigir encontrarte bien o que pase cuanto antes, al no depender de ti, solo hará que te sientas aún peor. Necesitas ser más paciente contigo y con tu cuerpo, trabajar la aceptación y soltar el control sobre la situación.

La apatía los enfados, el cansancio y la desmotivación pueden tener un origen externo, asociado al clima y no siempre depende de nosotros o de cómo queramos estar. La astenia otoñal supone un cambio en cómo nos sentimos que puede hacer que nos veamos luchando contracorriente. Por eso, siempre es conveniente saber cómo combatirla.

* Ángel Rull, psicólogo.