El pasado domingo por la mañana un mujer de Melbourne (Australia) se llevó una buena sorpresa al descubrir, enrosacada en su árbol de Navidad cual guirnalda, una serpiente tigre. Cheryl, que así se llama la mujer, mantuvo la calma, se preparó una taza de té y esperó la llegada de un profesional que le quitase de su árbol el intruso.

"Este es uno de los casos más raros que me he encontrado", ha explicado el 'cazador' de serpientes Barry Goldsmith, que acudió a la llamada de la vecinar. "Estas serpientes son mortales si se les molesta", afirma. Según el especialista, el ejemplar debió de "entrar por una puerta abierta", "son muy buenas escaladoras".

Según Goldsmith, que dirige un centro de estos animales en Victoria, la mujer "hizo lo correcto al tomarle una foto al ejemplar y luego cerrar la habitación mientras esperaba la llegada de un profesional". Cuando el tiempo mejora, las serpientes se vuelven más activas. Pero la gente no debe matarlas: "Es peligroso, ilegal y cruel", ha matizado.