Cinco de la tarde, delante de la tienda Apple de la plaza de Catalunya de Barcelona. Dos personas que han contactado a través de una aplicación de ligues están a punto de conocerse, nunca antes se han visto en persona. Tampoco saben si se gustarán, si conseguirán conectar y mucho menos las intenciones con las que va la otra persona. Esta situación se está normalizando entre los jóvenes (y no tan jóvenes); cada vez es más habitual tener estas app instaladas.

«Más que nada lo uso por entretenimiento puro y duro», explica Marta, una chica de 21 años que, no obstante, todavía está ilusionada: «Siempre tienes la esperanza de encontrar a alguien, pese a que lo más seguro sea que no».

Marc, un homosexual de 19 años cuenta que él se la instaló con la idea de encontrar el amor. «Los heteros lo tienen más fácil para conocer a gente, en el mundo gay o te vas a una discoteca de ambiente, o tienes amigos que te presentan a amigos, o te descargas aplicaciones de estas. Es una buena forma de conocer gente nueva», afirma. Durante los dos años que lleva usándola, ha hablado con muchos chicos y ha llegado a quedar con unos 10.

David, de 19 años, sentencia que «son aplicaciones de cara o cruz; puedes hallar lo que buscas o encontrar lo contrario».