Después de varios días de intenso debate en Washington, las autoridades sanitarias de Estados Unidos recomendaron a la población que se cubra la cara cuando salga a la calle, particularmente en las comunidades más afectadas por la pandemia de coronavirus.

El Centro de Control y Prevención de las Enfermedades (CDC) especificó que se pueden utilizar tanto mascarillas de tela como prendas de ropa, desde bufandas a pañuelos, para cubrirse la nariz y la boca. La distinción pretende evitar que la ciudadanía recurra a las codiciadas mascarillas quirúrgicas y las N95, reservadas para el personal sanitario y de emergencia. El presidente Donald Trump ha precisado que el uso de las mascarillas es «voluntario», antes de añadir que él mismo no piensa ponérsela.

«Pueden hacer lo que quieran. Yo prefiero no hacerlo, es solo una recomendación», afirmó ayer el líder estadounidense durante la rueda de prensa de los mandos a cargo de la emergencia sanitaria. Las palabras de Trump encapsulan el modus operandi de la Casa Blanca en esta crisis, en la que el presidente no deja de contradecir o, directamente, ignorar a sus autoridades sanitarias.

«No me acabo de ver sentado en el despacho oval, detrás de la hermosa mesa resolutiva, llevando una máscara en la cara mientras recibo a presidentes, primeros ministros, dictadores, reyes y reinas. Simplemente, no me veo», manifestó Trump.

No está claro, sin embargo, a qué dirigentes se refiere porque las visitas de Estado se han suspendido desde que tomara cuerpo la epidemia que está afectando al mundo entero.