En su primera película, 'Medicine for melancoly' (2008), el guionista y director de cine Barry Jenkins demostró una rara habilidad para comunicar emociones a través de imágenes, recordando al espectador que con poca cosa se puede conseguir mucho. En 'Moonlight', un drama en tres actos que cuenta la historia de Chiron, un joven afroamericano que por circunstancias de la vida se ve lanzado a la búsqueda de su propia identidad, Jenkins, nacido y criado en el mismo barrio marginal de Miami donde transcurre la historia, hace gala de un extraordinario lirismo y una profunda emotividad. Hasta hace pocos meses su obra estuvo fuera del radar del público y la crítica pero todo cambió el pasado septiembre cuando 'Moonlight' se presentó en el festival de Telluride. Desde entonces la cinta se ha paseado por varios festivales internacionales, recogiendo elogios y premios, hasta recalar en Hollywood, donde la Asociación de la Prensa Extranjera le otorgó elGlobo de Oro a la mejor película en la categoría de drama. Ahora el filme, nominado a ocho premios Oscar, llega a nuestras pantallas.

¿Cuál es la génesis de esta historia? Todo empezó con la historia que escribió Tarell McCraney sobre su experiencia creciendo en el barrio de Liberty City, en Miami, donde crecí yo también. Tarell lo escribió en el 2003, como ejercicio de escritura que se requería para matricularse en la escuela de Arte Dramático de la Universidad de Yale, pero al final no hizo nada con él. Diez años más tarde, a través de una amiga, el guion cayó en mis manos y aunque la historia estaba basada en su experiencia, yo me sentí muy identificado con ella porque mis circunstancias de vida en esa época eran muy parecidas a las de Tarell. Irónicamente, los dos crecimos en el mismo barrio pero no llegamos a conocernos hasta hace pocos años.

¿Qué supuso para usted dirigir la película? Fue algo muy visceral, como hurgar en una herida abierta. Al principio no quise hacerla porque me pareció muy personal, muy cercana a mi experiencia, pero es enteramente la historia de Tarell, aunque a mí me afecta directamente, porque aunque yo no soy gay ni sufrí el 'bullying' que sufrió él, si viví el horror y la inestabilidad que se vivía en ese barrio en los años 80 donde el 'crack' reinaba en nuestras calles y en nuestras casas. La madre de Tarell y la mía eran adictas al 'crack'. Su madre murió hace años, mi madre consiguió salir de la droga, aunque le han quedado secuelas.

¿Ha visto su madre la película? Todavía no. Organicé un pase especial en el barrio para ella, la familia y los amigos. Todos fueron a verla, menos mi madre, que al principio dijo que sí y luego se negó a verla, pero nunca puso ningún reparo a que yo dirigiera la película.

¿Cómo ha sido la reacción de la comunidad de Liberty City? Han reaccionado como si la película fuera suya. De hecho, la primera voz que se oye en ella no es la de uno de los actores sino la de un chaval que se presentó al 'casting' general que hicimos en el centro social de Liberty Square. Cuando ven que dos chicos que salieron de ese barrio han conseguido ganar un Globo de Oro y obtener ocho nominaciones al Oscar se sienten totalmente integrados en este proceso, es como si se los hubieran dado a ellos. Espero que esto sirva para animar a más chicos del barrio a seguir nuestros pasos.

¿Y la del resto del mundo donde ha proyectado la película?Para mi sorpresa, ha sido impresionantemente positiva en todos los sitios donde se ha estrenado, tanto fuera como dentro de nuestras fronteras. Tengo que decir que siempre que he estrenado una película he tenido que trabajar duro para convencer a la gente de que vaya a verla, incluidos mis amigos, pero esta vez ha sido muy diferente. En el festival de Londres tuvimos 700 personas aplaudiendo, de pie, al final de la película. Hubo gente que me abrazó con lágrimas en los ojos porque acababan de ver algo con lo que de una forma o de otra se sentían identificados, porque tenían amigos o hermanos o una madre que estaban pasando por esas mismas circunstancias.

¿Cómo consiguió salir del ambiente de Liberty City, no verse afectado por la droga y llegar donde ha llegado?Aunque viviera en ese ambiente y mi madre fuera drogadicta hubo personas en esa comunidad y en mi colegio que se preocuparon de mi educación, de motivarme a leer, a aprender otras cosas y mantenerme apartado de las drogas. Conseguí acabar el colegio y entrar en la escuela de cine de la Universidad de Florida, que no es de las más conocidas. Lo hice, no porque me interesara el cine sino porque estaba dentro del estadio de fútbol, soy un fanático del fútbol. Un día que iba a ver un partido vi el cartel de Escuela de Cine y me dije: “voy a probar qué es esto del cine” (ríe).

Y ya no lo dejó. Empecé trabajando con cámaras de Super 16 y enseguida me di cuenta de que no se me daba bien, abandoné la universidad durante un año y me dediqué a ver mucho cine, sobre todo francés, como el de Claire Denis, que es mi director favorito, y Jean-Luc Godard, y cine asiático como el de Wong Kar Wai y Hou Hisao-Hsien. Leí muchas revistas especializadas en cinematografía y tomé clases de fotografía. Luego volví a la escuela de cine e hice un corto sobre una pareja de árabes-americanos que trabajaban en el turno de noche de una lavandería en los días posteriores a los ataques de las Torres Gemelas. Pensé que los sentimientos de un negro marginado del sur de Estados Unidos podrían ser comparables a los sentimientos de una pareja árabe americana que vive en la América del 11 de Septiembre. Se rodó en árabe, francés e inglés y gustó mucho en todos los sitios donde se proyectó. Eso cambió mi vida, hoy no estaría sentado aquí dando entrevistas si no hubiera sido por ese corto.