Obispo contra obispo. Tal cual. Los dirigentes de la Iglesia tienen sus rencillas, como toda criatura de Dios, por supuesto. Pero los superiores eclesiásticos suelen dirimir sus diferencias en casa, que por algo se rigen por el derecho canónico. Y aquí llega lo inhabitual del caso: el prelado de Barbastro-Monzón, Ángel Pérez, ha demandado por la vía civil al de Lleida, Salvador Giménez. En juego: patrimonio artístico. El origen de la batalla judicial fratricida: una separación. Vamos, algo así como el devuélveme el rosario de mi madre tras una ruptura en clave diocesana.

El rosario en cuestión son 111 obras de arte tasadas en casi ocho millones de euros provenientes de las parroquias aragonesas que en su día formaron parte del obispado de Lleida y que por obra y gracia del decreto Ilerdensis et Barbastrensis de finum mutatione de 1995 pasaron a la tutela de Barbastro. Las parroquias marcharon pero las obras de arte atesoradas en el Museu Diocesà, hoy Museu de Lleida, se quedaron. En Aragón dicen que están en depósito y que deben volver; en Cataluña argumentan que el obispo Josep Meseguer las compró, a finales del XIX y principios del XX, con idea de preservarlas.

De ahí que ambos obispos reclamen su propiedad y de ahí que ayer empezara el juicio en el Juzgado de Primera Instancia de Barbastro (Huesca). Tres mitrados en la sala, los dos en ejercicio y el emérito de la diócesis oscense, Alfonso Milián. Y un detalle como mínimo curioso: la parte demandante no ha visto nunca las obras que ahora reclama.