Objetivo cumplido, al menos por ahora. La decisión del Banco Central Europeo (BCE) de aprobar de urgencia en la madrugada del miércoles la compra de 750.000 millones de euros adicionales de deuda pública y privada logró ayer desinflar las primas de riesgo de los países más afectados por el coronavirus. La autoridad monetaria, así, enmendó el error inicial de su presidenta, Christine Lagarde, en su reacción a la crisis sanitaria y consiguió suavizar el temor de los inversores al efecto de los programas de gasto anunciados por los Gobiernos en las cuentas públicas, dando margen a los países para combatir el impacto económico con políticas fiscales extraordinarias.

La prima de riesgo española subió el miércoles hasta los 148 puntos básicos, mientras que la italiana alcanzó los 268 puntos básicos, tras las dudas generadas por el BCE y después de la aprobación de planes de choque nacionales. La sorpresiva intervención del organismo permitió ayer rebajarlas notablemente a los 105 y 203 puntos básicos. Prueba de su importancia es que obtuvo el aplauso de presidentes de países y mandatarios comunitarios. «Confieso que ayer fue un día tremendamente tenso en los mercados de deuda pública y estábamos todos pendientes de si el BCE iba a tomar una decisión contundente. Así ha sido y creo que responde claramente a la necesidad del momento», admitió la vicepresidenta Nadia Calviño.

El Tesoro colocó 5.040 millones de deuda con un alza de los intereses previsible en el contexto actual, pero inferior al que hubiera resultado de no actuar el banco central, y con buena demanda. Aunque el BCE no compra directamente en las subastas de deuda de los Estados, sí lo hace con la que está en circulación entre inversores privados y ello se traslada a las emisiones primarias.

Los analistas aplauden también al BCE, pero matizan que no es suficiente. «Bienvenidos los paquetes de medidas nacionales, que empiezan a ser contundentes. Bienvenido el BCE, que ha corregido rápido su error inicial, cuando en la crisis financiera anterior tardó años en reaccionar. Pero hará falta un gran bazuca fiscal europeo que permita que los países no soporten toda la carga, esperemos que esto no sea señal de que no se va a aprobar», dijo Santiago Carbó, director de estudios financieros de Funcas.