Los bomberos ganaron hoy terreno y controlan ya la cuarta parte del grave incendio que, por cuarto día consecutivo, continúa activo en un área montañosa del condado de San Bernardino (EEUU), a 115 kilómetros al noreste de Los Ángeles.

"Los bomberos cortaron el paso (del fuego) en algunas áreas. Pero la posibilidad de crecimiento explosivo sigue todavía ahí", señaló hoy a la cadena ABC el portavoz de los cuerpos de bomberos, Brad Pitassi.

El fuego ha arrasado, hasta el momento, alrededor de 15.000 hectáreas, de acuerdo con los últimos datos ofrecidos por el jefe de información del Departamento Forestal y de Protección contra Incendios de California, Daniel Berlant.

A la zona continúan llegando refuerzos de los servicios de emergencia y, por ahora, trabajan en las labores de extinción más de 2.600 efectivos que cuentan con la asistencia de 17 helicópteros y 17 aviones cisterna.

"Los bomberos continúan avanzando para contener el fuego y reducir el riesgo de la población y las comunidades del entorno", señalaron hoy las autoridades en su informe conjunto sobre la situación del incendio.

La violencia del fuego obligó a ordenar el martes la evacuación de 82.600 personas y el desalojo temporal de 34.500 viviendas, pero los avances obtenidos desde el jueves permitieron levantar esas restricciones en algunas áreas concretas, especialmente tras la reapertura de la autopista interestatal 15.

Este importante eje viario de la zona, que había sido cortado por la amenaza de las llamas y que conecta el sur de California con Nevada, facilitó el jueves con su reapertura al tráfico las labores de extinción así como de asistencia a los ciudadanos afectados por el fuego.

En cambio, otras rutas de transporte como la autopista 138 continúan cerradas, mientras que el condado de San Bernardino permanece en estado de emergencia.

El diario Los Ángeles Times informó hoy de que los esfuerzos de los cuerpos antiincendios se están concentrando en Wrightwood, un área en la que residen habitualmente unas 5.000 personas y que tiene "la densidad de viviendas más alta de la zona", la mayoría de ellas pequeñas casas y apartamentos.

La lucha contra el fuego, que se propagó con mucha rapidez durante los últimos días a causa de la vegetación de matorral y el terreno escarpado, continúa teniendo como obstáculos el tiempo cálido y seco, con rachas de viento y poca humedad relativa, y los efectos de la severa sequía que desde hace cinco años sufre California.

Las autoridades todavía no conocen cuál fue la causa del incendio ni cuántos edificios ha destruido el fuego, aunque las imágenes de la televisión han mostrado numerosas estructuras calcinadas y derrumbadas.

"Imagina que todo lo que tienes te lo arrebatan y no tienes ningún tipo de control, que no hay nada que puedas hacer", contó a la cadena ABC Lisa Gregory, residente en Lytle Creek.

Otros no conservaron la paciencia y regresaron a comprobar cómo estaba su casa. Ése fue el caso de Ryan Velasquez, que tuvo que abandonar su vivienda por las llamas, pero que el jueves volvió para ver con sus propios ojos que, afortunadamente, seguía en pie y sin ningún daño.

"Lloré. Me quedé muy aliviado", añadió Velasquez en su relato al diario USA Today.

El "Blue Cut Fire", como se ha bautizado al fuego, prolonga una serie muy preocupante de incendios que este año en California han arrasado cientos de edificios y han acabado con la vida de ocho personas.