El brote de ébola que asola el noreste de la República Democrática del Congo (RDC) desde el pasado agosto, el primero en una zona de conflicto, ha originado ya más de un millar de muertos y pocas esperanzas de ser erradicado en los próximos meses. «Es correcto decir que no tenemos una indicación clara en relación a cuándo será posible hablar del fin de esta epidemia», confirma el portavoz en este país del Fondo de la ONU para la Infancia (Unicef), Yves Willemot. «Si hubiéramos hecho proyecciones en enero con la información que poseíamos entonces, diríamos que existía una ruta clara para que la epidemia fuera controlada a finales de junio. Hoy, desde luego, eso no va a suceder. Nos va a llevar mucho más tiempo», anticipa Willemot.

Según el último parte divulgado el viernes por la noche por el Ministerio de Sanidad congoleño, el número de muertos ya supera el millar --con 1.008 muertes, 942 de ellas confirmadas--, mientras que el número de contagios alcanza los 1.529 (con 1.463 de esos casos contrastados).

Esta epidemia constituye la mayor y más letal en la historia del Congo y la segunda peor en todo el mundo; cuya pronta erradicación se ha visto obstaculizada por el rechazo de algunas comunidades a recibir tratamiento así como por la inseguridad imperante en la zona, donde operan numerosas milicias rebeldes y grupos armados. «Anticipamos un escenario de transmisión continua e intensa», advierte el director de emergencias adjunto de la OMS, Michael Ryan.