Mucha culpa y responsabilidades por repartir en la guerra entre el taxi y las compañías de alquiler de vehículos de transporte con conductor, los VTC, con la Administración y la Justicia como testigos con derecho a veto y a voto. Este miércoles la tensión ha subido unos cuantos grados, y le quedan muy pocos por escalar, sin que nada por el momento haga pensar que la temperatura pueda bajar. Los taxistas se han manifestado por las calles de Barcelona. Al dispersarse, la cosa se ha complicado hasta extremos preocupantes, con violentos ataques a coches de Uber y Cabify, que decidieron sacar los coches a pesar del evidente riesgo. En la bancada política, el Gobierno y el Área Metropolitana de Barcelona (AMB) se han reunido para tratar de hallar un reglamento que complazca a todos. Pero por el momento, poca novedad. Por si todo eso fuera poco, los chóferes ponen de tope el jueves antes de llevar el caos a las principales infraestructuras de la ciudad.

El sector del taxi estaba convocado a una manifestación este miércoles coincidiendo con el primer día de huelga de los dos que tienen previstos. Han ido de Arc de Triomf a la Delegación de Gobierno, donde los Mossos tenían a punto un operativo de campeonato para evitar asaltos al fuerte del Estado. La marcha ha sido muy ruidosa, con muchos, muchísimos petardos, con unas 2.000 personas (algunas decenas, venidas de lugares de toda España) gritando contra las VTC, contra el Gobierno, contra Uber y Cabify. Y a favor del taxi de toda la vida. En ese momento solo ha habido un incidente, en Roger de Llúria con Gran Via, donde un vehículo negro estaba desencochando a unos clientes. Han ido a por él hasta que los Mossos han intervenido y ha podido marcharse a trompicones y con el vehículo dañado. Una vez finalizada la manifestación, una delegación de los sindicatos del taxi se ha reunido con la subdelegada del Gobierno. Es ahí donde han desenfundado la espada: o hay solución o un plan muy a corto plazo, o Barcelona será Troya. Empezando por el aeropuerto y el puerto, siguiendo con las terminales de trenes y autobuses. Y con la operación salida de las vacaciones de agosto, quién sabe, también las carreteras.

Peligrosa dispersión

Una vez finalizada la protesta, los taxistas se han dispersado con la promesa de volver a verse el jueves a las nueve de la mañana en el aeropuerto para decidir los siguientes pasos a dar. En el regreso al paseo de Lluís Companys, donde tenían aparcados los autos, se han producido serios incidentes con algunos VTC que todavía estaban circulando. En uno de ellos, un Cabify, ha sido asaltado en Aragó con Girona. Lo han dejado destrozado en poco más de medio minuto. Dentro viajaba un matrimonio francés con su hija, de unos seis años, que han salido completamente aterrorizados del vehículo. En Trafalgar, una furgoneta de alquiler ha recibido un perdigonazo al ser supuestamente confundida con una VTC. Dentro llevaba a un equipo de rodaje que está grabando un anuncio de una entidad bancaria en la Zona Franca. Ha sucedido sobre las 16.00 horas y varios ocupantes han sufrido un ataque de pánico, según ha relatado a este diario Xavi Miró, el ayudante de producción que iba al volante. También en la calle de Balmes ha habido un ataque a una VTC mientras que entrada la tarde, los problemas se han concentrado en Sants, con enfrentamientos con los Mossos.

Taxis de Madrid, en la protesta / RICARD CUGAT

La organización mayoritaria del taxi, Élite, ha mandado un comunicado en el que condena los actos violentos "sin ningún paliativo" y hace "un llamamiento a la calma ante las imágenes de enfrentamiento que solo perjudican al sector". "Pedimos tranquilidad y máximo respeto, especialmente hacia las personas", reza la nota, que también asegura que no les van a callar y que lucharán "para llegar hasta el final de esta podredumbre". A primera hora de la tarde, Alberto Álvarez, líder de Élite hablaba de "violencia extrema" si no se atendían las demandas. Era una declaración en caliente que con el paso de las horas se fue diluyendo.

Licencia urbana

La esperanza volvió al taxi el pasado mes de junio después de que el AMB aprobara un reglamento que creaba una licencia urbana propia para los coches de alquiler con conductor. El taxi descorchó el cava, porque el crecimiento de empresas como Uber y Cabify parecía imparable y Barcelona les hablaba de dar cumplimiento a la proporción recomendada de 30 taxis por cada VTC. Dos recursos, uno de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) y otro de Fomento, han puesto freno a esta normativa. El gremio se siente traicionado por el Gobierno de Pedro Sánchez, por eso se han citado el jueves para concretar la estrategia. Solo enterrarán el hacha si el Consejo de Ministros modifica la ley de transportes para que el texto catalán tenga cabida.

Los taxistas, en la Delegación del Gobierno / REUTERS - ALBERT GEA

El Gobierno, por su parte, parece tener otro plan: recabar apoyos para ceder las competencias en materia de VTC a las Comunidades Autónomas, algo que ya anunció días atrás el propio ministro José Luís Ábalos. Ese ha sido uno de los argumentos esgrimidos -quizás el único y principal- en la reunión técnico-jurídica celebrada en Madrid este miércoles por la mañana entre técnicos de Fomento y del AMB.

Al margen del laboral y el político, el conflicto también tiene un frente judicial abierto. El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) ha citado este jueves al AMB y a la CNMC para decidir si mantiene la suspensión cautelar de la normativa que estaba previsto que entrara en vigor en agosto. Lo más previsible es que no altere su decisión, aunque también es probable que plantee o proponga medidas legislativas que permitan que la norma salga adelante. Seguro que el taxi estará muy pendiente del resultado de ese encuentro. Y actuará en consecuencia.