El 13 de abril de 1974, coincidiendo con la primera gran crisis del petróleo, España y otros países europeos decidieron instaurar un horario de verano -adelantar los relojes una hora- amparándose en argumentos de ahorro. El razonamiento era muy claro: tener horas de sol cuando la gente todavía está durmiendo es un desperdicio de luz natural. Lo ideal es que amanezca un poco después, justo cuando la gente se levanta, y luego alargar el horario diurno por la tarde, lo que incentiva la actividad comercial y evita que las luces estén encendidas tantas horas.

En la UE, el horario de verano es obligatorio desde 1981 y, además, se aplica de forma simultánea en todos los países desde 1996, con independencia de su huso horario. En cierta manera, pues, los países europeos regresan este fin de semana al horario estándar: cuando el reloj marque las tres de la madrugada del domingo, las manecillas se deberán atrasar y colocarlas a las dos.

Sin embargo, el argumento que impulsó el cambio en 1974 ya no es tan robusto. Según datos el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), dependiente del Ministerio de Industria, el ahorro medio para un hogar español es de seis euros, lejos de los 10 de hace unos años. «Este escaso ahorro no justifica el cambio», insiste Jordi Ojeda, profesor de Economía.

Si se decidiera mantener el horario de verano todo el año, como proponen sendas iniciativas en la Comunitat Valenciana y en Baleares, eso supondría que en vez de amanecer en invierno a las 8.00, lo haría a las 9.00 horas. Y en vez de anochecer a las 17.30, lo haría a las 18.30. Parece evidente que todo ello puede beneficiar al sector del ocio y la restauración en horario vespertino, pero la gran mayoría de los trabajadores de ambas comunidades se levantarían sin luz y los colegios abrirían a oscuras.

Frente a las discutidas ventajas, el cambio horario tiene diversos inconvenientes al margen del conocido desarreglo que sufre el cuerpo humano, especialmente en el caso de niños y ancianos, y que se caracteriza por los problemas de sueño y de percepción del tiempo que se pueden prolongar algunos días. Modificar las agujas del reloj requiere una sincronización adicional de los vuelos y los viajes de tren, por ejemplo, además de ajustar equipos médicos, maquinaria programada y registros de todo tipo.

De hecho, sería más fácil que España adoptara el huso horario de Gran Bretaña, Irlanda y Portugal, tal como le corresponde, que dejar unilateralmente de aplicar el cambio horario, que es una directiva comunitaria. H