El concepto feminismo se ha sacudido --por fin-- el lastre del anacronismo y es reivindicado tanto por hombres como por mujeres. Tras una época en la que incluso muchas de ellas lo consideraban una etapa superada, la búsqueda de la palabra «feminismo» se han incrementado en más del 70% en el 2017, según el diccionario estadounidense Merrin-Webstet y, lo más importante, la sociedad reclama una agenda política a la altura de las circunstancias --y de los ciudadanos--.

En España, todavía no se ha señalado a ningún intocable. El escándalo Weinstein no ha tenido réplica con nombres propios en ningún sector artístico o empresarial. La coincidencia temporal con el caso de la Manada, el espeluznante episodio en el que cinco jóvenes están siendo juzgados por la violación en grupo a una joven durante las fiestas de los sanfermines del 2016, ha rebajado el fenómeno #MeToo a golpe de titular. La gravedad de los hechos ha provocado que España haya focalizado la rabia en ese caso sin dejar de mirar de reojo hacia la meca del cine.

«El #MeToo nacional ha sido el caso de la Manada. El intento de criminalización de la víctima por parte de la defensa de los imputados ha enfurecido a una sociedad harta y demostrado que los ciudadanos vamos por delante de la agenda política», concluye la periodista y escritora Lucía Litjmaer. Tal vez las palabras «#MeToo» o «#TimeUp» vuelvan a cambiar otra vez la historia.