Los 30 son los nuevos 20, dicen. O, al menos, eso quieren creer los que ya han pasado esa barrera o los que se acercan (peligrosamente) a ella. Peligro crearon los toros de la ganadería Cebada Gago ayer en el recorrido empeñados en demostrar que están hechos unos chavales cuando se cumplía la trigésima comparecencia del hierro gaditano en Pamplona. Juventud, divino tesoro.

Algunos miraban de reojo el cartel del tercero de los encierros de los Sanfermines 2018, mientras el pastor Miguel Reta sentía el apretón de manos más fuerte de lo normal. A los corredores castellonenses las cámaras de TVE los captaron reunidos en los momentos previos a las 8.00 horas menos tranquilos, eso sí, que sus réplicas de la firma vila-realense MesKebous, que también se vieron en la pequeña pantalla. Lunes laborable, pero ayer su jornada empezaba ahí y entonces qué duro es lidiar con seis cebaítas.

MOMENTO TENSO // Salieron los cabestros por delante cual teloneros para enfilar la cuesta de Santo Domingo al tiempo que se iba estirando la manada. En la calle Mercaderes se registró el primer momento tenso de la carrera. No sería el único. Un mozo fue literalmente arrollado por un manso y, en el mismo punto, uno de los toros cayó, aunque fue recogido por el grupo que cerraba. Lo de demostrar que están en la flor de la vida no les permitía perder más tiempo allí. Y se agradece.

Ansiaban recorrer Estafeta, kalea en la que uno de los toros castaños se puso a la delantera seguido por dos de sus hermanos y otros tres cerrando con los mansos. La colocación de los seis cebadas permitió tocar toro a muchos corredores, aunque la velocidad derivó en numerosas caídas. Samuel Valero se puso ante uno negro, con el que también intentó entrar en la carrera Martín, de les Alqueries, con la ya clásica camiseta de la peña El Torico.

Tres cabestros fueron limpiando calle hacia Telefónica, donde esperaba a la manada Adrián Ojeda, de Almassora. De cerca les seguían dos ejemplares y un tercero que entraron al coso sin más. Sin embargo, dos de los tres que cerraban tropezaron con un grupo de mozos en el tramo Telefónica-callejón, lo que dejó estampas de auténtico caos, con recortes de riñón incluidos para librar la embestida del animal.

En la misma entrada al callejón, el navarro Aitor Aristregui, vinculado a la provincia de Castellón gracias al mundo del toro, tomó el control y consiguió, periódico en mano, que el Cebada siguiera dirección corrales. Un momento que Cristian García, de Almassora, vivió desde el mismo túnel de la plaza. Dos minutos y 32 segundos después de que sonara el cohete se daba por terminado el tercer encierro. Y en chiqueros los cebadas seguían de guasa. Saben que están en su mejor momento aunque sigan cumpliendo años en esas calles.

Con instantes de tensión y peligro debido a algunos resbalones y caídas de toros y corredores, cinco personas, cuatro hombres y una mujer, fueron trasladadas al Complejo Hospitalario de Navarra con diversos traumatismos y contusiones. Solo uno de ellos necesitó hospitalización.