A pesar del riesgo sanitario que implica el contacto humano debido al coronavirus, los colectivos feministas estarán en la calle el próximo 8 de marzo. «No se trata de celebrar nada sino de reivindicar derechos», explica una portavoz de la Comisión 8-M, organismo formado por asambleas de mujeres de toda España. El virus sigue siendo una amenaza a la salud, pero también lo es --según la portavoz-- «cosas que hacemos cada día, como trabajar en oficinas o meternos en el metro». Solo habría, concluye, una manera de que en la calle no se reivindicara el Día Internacional de la Mujer. Y es esta: «Si la sociedad fuera, de verdad, feminista». Como no lo es, el 8-M tendrá lugar.

La distancia interpersonal no es compatible con las concentraciones humanas, pero el colectivo asegura que se respetarán las medidas de precaución. Por ejemplo, desinfección de pancartas y el uso de mascarilla. Las marchas se producirán al aire libre, que minimiza el riesgo pero no lo anula: «Ejerceremos nuestros derechos en la medida en la que se pueda».

En Madrid, la Delegación del Gobierno ha solicitado a la Consejería de Sanidad que emita informes sobre la solicitud de 69 manifestaciones entre los días 7 y 9 de marzo. Consciente de que celebrar la Navidad ha costado vidas humanas, la consejería anunció que estudiará las peticiones pero advierte que «no es momento de manifestaciones», a pesar de que en la capital a lo largo de estos meses se han producido considerables concentraciones: desde los negacionistas hasta los contrarios a la nueva ley de educación (que se manifestaron en coche) pasando por los fans de Raphael que asistieron a su concierto. Todas las solicitudes de manifestaciones se ajustan a un máximo de 500 participantes, el límite fijado por la Delegación del Gobierno.