Con los altares de la Rambla extinguidos (excepto uno), el centro icónico de Barcelona ha dado un paso acelerado hacia la normalidad, con un poso de dolor que tardará en sanar. Pero los efectos del atentado a corto plazo en la vida cotidiana de la zona están por determinar. Oficialmente, según han reiterado hoy martes el ayuntamiento y los agentes económicos de la ciudad, la repercusión en la afluencia turística y la actividad ha sido mínima. Pero, obviamente, la agitación comercial y de restauración ha sido estos días mucho menor de la habitual, en especial en la Rambla.

No hay una estadística fiable, pero sí la voz de los operadores de la zona. Dejan claro que los efectos en el negocio carecen de importancia ante la gravedad del atentado, pero evalúan la caída de la facturación entre el 30% y el 50% en muchas terrazas de restaurantes, e incluso por encima de esta cifra en el conjunto de su actividad. Coinciden en que la retirada de las ofrendas ayudará a pasar página, por duro que sea.

"Es normal que no se trabaje estos días porque la gente ha pasado de venir a una calle de ocio a visitar un cementerio, y después no les apetece comer en la zona", reflexiona un operador del restaurante-lounge Living, que suma casi dos décadas en un pasaje que da a la Rambla, y donde la actividad ha bajado en torno a un 60%. Su sentimiento es compartido por otros trabajadores y empresarios de la zona: la gente llega, pasea, siente, pero muchas veces no tiene ánimo para comer ni para pensar en compras.

Curiosamente, coinciden floristas y paradistas de este eje, los turistas no han dejado de llegar pero sí han perdido peso como peatones, ante el emergente batallón de barceloneses dispuestos a reconciliarse con la Rambla en su desgracia. Está por ver si el acercamiento de miles de ciudadanos que habitualmente la evitan se consolida o si se queda en un visita de cortesía y duelo, opinan.

Incertidumbre

Ante este nuevo panorama humano, no es de extrañar que la actividad económica se haya frenado, porque muchos de sus negocios no tientan ni están pensados para los gustos del barcelonés, reflexiona Fermín Villar, presidente de Amics de la Rambla. A su juicio, ahora será la hora de observar realmente el impacto, con el velatorio finalizado, y sin el reclamo que ha supuesto ese ritual para muchos visitantes. De momento, los puestos de suvenires y los quioscos dicen que su trabajo ha bajado un poco, aunque no saben hasta qué punto atribuirlo también al final de agosto. Villar insiste en la importancia de reforzar la presencia policial, sobre todo de Guardia Urbana, que siguen viendo insuficiente.

En el padre de los restaurantes del vial, el Amaya, la propiedad suscribe una caída del 40% en la actividad de su terraza, y una situación singular en su interior. "Muchos clientes de Barcelona que vienen de vez en cuando han acudido a comer estos días, después de visitar las ofrendas", cuenta Mireia Torralba. Han cubierto el vacío de la presencia turística, aunque por la noche no hay relevo para el eventual vacío de no pocas mesas.

El teniente de alcalde de Empresa, Jaume Collboni, ha destacado hoy tras la primera reunión del grupo de seguimiento de los agentes económicos del comercio y el turismo de la ciudad creado tras el atropello masivo, que "la normalidad que era un deseo es ya una realidad", en base a que la ocupación hotelera resiste en el 85% previsto para este mes y reforzado gracias al congreso europeo de Cardiología, estos días. Admite, no obstante, que el centro sí se ha resentido en el comercio y la restauración.

El efecto no solo castiga al epicentro de Barcelona sino a la gran mayoría de sus grandes ejes comerciales, añade Gabriel Jené, presidente de Barcelona Oberta y, en concreto, del eje de Pelai. Destaca que el impacto ha sido menor de lo esperable, aunque haya afectado "como es normal al hábito de compra", pero que habrá que esperar para ser concluyente. Mantiene que el sector del lujo lo ha notado menos, aunque estos días pueden encontrarse hoteles de cinco estrellas a poco más de 200 euros.

Evaluaciones pasados 30, 60 y 90 días del atentado

Tras la reunión hoy martes de representantes municipales con los agentes económicos de Barcelona (desde hoteleros a comerciantes, patronales, sindicatos, Fira y agentes de viajes), Collboni ha anunciado el compromiso del consistorio y los operadores para recopilar datos de forma sistemática en los plazos de 30, 60 y 90 días. De ese modo, pretende ofrecer un análisis del impacto del atentado en el sector con más perspectiva y que sirva de base para eventuales medidas excepcionales, con criterios rigurosos. De momento, el teniente de alcalde cree que la ocupación y las pocas cancelaciones hoteleras invitan a ser optimistas sobre la recuperación de la ciudad, en comparación con otras urbes europeas azotadas por el terrorismo.

Collboni ha enfatizado que más allá de una campaña promocional para revertir cualquier impacto, lo mejor que puede hacer Barcelona "es explicar y expresar la normalidad con la que vive la ciudad, porque no hace falta que se venda su reputación internacional, que está más que construida en el imaginario" del turista. Ha agregado que la mejor prueba de la voluntad de recuperar la normalidad fue que pasadas 24 horas después del suceso, la Rambla estuviera llena.

Algunos operadores han explicado tras el encuentro que el ayuntamiento -que ha tenido una tensa relación con el sector desde la llegada de Colau a la alcaldía- parece ahora mucho más sensible a defender la importancia del turismo en la ciudad. De hecho, Collboni ha vuelto a agradecer la reacción y solidaridad del sector inmediatamente tras la tragedia.