Diferentes protestas por la crisis climática llevadas a cabo en varias ciudades europeas se están saldando con numerosas detenciones. Cerca de doscientas personas han sido arrestadas en dichas manifestaciones, capitaneadas por el grupo por el medioambiente Extinction Rebellion, movimiento originado en Londres. Hasta el momento, la capital del Reino Unido es la ciudad con más detenidos durante las protestas, con 135, a los que se debe sumar una cincuentena en Amsterdam que bloqueaban una de las calles principales de la ciudad, y los tres arrestados (y 30 identificados) en Madrid por ocupar uno de los puentes que cruzan el Paseo de la Castellana.

Por su parte, la Policía Metropolitana de Londres (Met) ha informado que los arrestos comenzaron el fin de semana, con cargos como "alboroto público", "obstrucción policial" o "escándalo público". El grupo de acción ambiental Extinction Rebellion ha llamado a una "rebelión internacional" y prevé que haya manifestaciones en en Australia, Madrid, Ámsterdam, París, Nueva York, Washington y Buenos Aires por la inacción de los gobiernos ante la crisis climática.

ZONAS ESTRATÉGICAS EN LONDRES

En Londres, los miembros de ese movimiento comenzaron sus actos de protesta haciendo ruido con bombos de metal, al tiempo que marchaban desde el Parlamento en dirección a la plaza de Trafalgar. Los activistas indicaron a los medios que esperan que sus movilizaciones lleguen a ser hasta cinco veces mayores que las del pasado abril, cuando se produjeron más de 1.100 detenciones. Está previsto que los bloqueos duren un mínimo de dos semanas y se espera que participen en ellos más de 20.000 personas, según la organización.

Los manifestantes ocuparán once zonas estratégicas y céntricas, incluyendo la citada plaza de Trafalgar y el puente de Westminster, entre otras.

La activista y portavoz del grupo, Robin Boardman, definió al grupo como "un movimiento de masas que utiliza la desobediencia civil no violenta para pedir al Gobierno que actúe contra la extinción masiva". Además del cambio climático, a la plataforma le preocupan otros asuntos como la biodiversidad, la acidez de los océanos o la crisis global alimentaria y "cómo mejorar la democracia".

ACAMPADA EN BERLÍN CON RACKETE

La "acampada climática" en que participan más de un millar de jóvenes ante la Cancillería alemana, sede del Gobierno de Angela Merkel, ha iniciado hoy sus acciones de bloqueo, entre llamadas a la rebelión de la capitana de la ONG Sea Watch, Carola Rackete. "El gobierno alemán no está haciendo nada. Hay que pasar a la acción, no hay más tiempo que perder", proclamó Rackete desde el campamento plantado en las inmediaciones del edificio gubernamental y entre gritos de "rebelión, rebelión" de los concentrados. Ya el sábado empezaron a reunirse ahí cientos de jóvenes, que llegaron a los 1.500 al día siguiente -según fuentes policiales-, con intención de permanecer ahí hasta el próximo domingo, día 13.

Rackete, la capitana del Sea Watch que el pasado julio desafió al entonces ministro de interior italiano Matteo Salvini al trasladar a Lampedusa a un grupo de rescatados en el Mediterráneo, se ha unido a las protestas, convocadas por el grupo Extinction Rebellion.

Las acciones del grupo en Berlín se iniciaron a primera hora de la mañana, con la ocupación simbólica de los alrededores de la Columna de la Victoria, en el corazón de la capital alemana, cuyo tráfico quedó cortado. El ministro de la Cancillería, Helge Braun, expresó desde la televisión pública ZDF su comprensión por las protestas en defensa del clima, pero advirtió de que no se tolerarán "ataques" que "pongan en peligro el tráfico" en la capital.

La sección alemana del grupo Extinction Rebellion pretende que el gobierno declare la "emergencia climática" y apruebe medidas drásticas para una reducción sustancial de las emisiones de CO2 hasta el 2025. Merkel ha expresado repetidamente su admiración por la activista sueca Greta Thunberg, la adolescente cuyo movimiento Fridays for Future han secundado semana a semana decenas de miles de jóvenes alemanes. Sin embargo, ha advertido también que el deber del estamento político es impulsar medidas ambiciosas, pero a la vez viables desde el punto de vista económico y medioambiental. El pasado 20 de septiembre, Merkel anunció un plan de choque de 54.000 millones de euros cuyo objetivo es que Alemania cumpla con los objetivos de reducción de emisiones marcados para 2030 -después de haber admitido que no se logrará hacerlo en el 2020-.

Entre las medidas anunciadas está el encarecimiento de los combustibles, de la calefacción y de los viajes en avión, así como una reducción de los trayectos en tren y una fuerte inversión en energías alternativas.Hasta definirse el plan de choque fueron necesarias sesiones maratonianas en la coalición entre conservadores y socialdemócratas que dirige Merkel.

El paquete resultante ha recibido críticas demoledoras desde organizaciones medioambientales y ámbito científico, por considerarlas insuficientes. El paquete no ha entrado aún en el trámite parlamentario, ya que aún no se ha traducido en los correspondientes proyectos de ley. En medios alemanes se asegura que, lejos de las correcciones ambiciosas que reclama el activismo climático, el resultado final será una versión recortada de lo anunciado por Merkel.