Neil Harbisson, de 35 años, lleva una antena implantada en el cráneo desde los 21 y un chip en una rodilla. Es el primer cíborg del mundo. Se sometió a la intervención de la antena para mejorar su percepción visual ya que no es capaz de ver los colores porque padece acromatopsia. Desde el 2004 lleva esa antena con un chip que convierte las ondas de luz en frecuencias de sonido que percibe como notas musicales. El ingenio le ayuda a «escuchar los colores». El chip de la rodilla le permite saber dónde está el norte magnético, cualidad de la que gozan algunas especies animales. Harbisson, que ya planea un tercer gadget para su cuerpo, reivindica este tipo de implantes.

Escuchar las caras

El joven contó que él mismo diseñó la antena con la ayuda de expertos y que esta le ha cambiado la vida. «Todo lo que miro tiene un sonido», explicó. Hasta las caras de personas le generan un retrato sonoro. «Una de las primeras personas a quien pregunté si podía escuchar su rostro fue el príncipe Carlos de Inglaterra y se quedó muy sorprendido --añadió--. Y Robert de Niro tiene una melodía en los labios a causa de las diferentes tonalidades de rojo».

Harbisson, que defiende el derecho de la gente a incorporar la robótica a sus cuerpos para «diseñarse como especie», también detecta la luz ultravioleta e infrarrojos, en un intento de sobrepasar los límites humanos.

Operación en Barcelona

«Un médico de Barcelona anónimo accedió a operarme», confesó después de que otro le planteara problemas bioéticos. «Me dijo que la antena no es una parte preexistente del cuerpo y que no es ético superar el espectro sensorial de los humanos».

A la antena de su cabeza y al chip de la rodilla, Harbisson, británico hijo de madre catalana, quiere añadir un injerto en la cabeza para saber dónde está brillando el Sol en cada momento: «El objetivo no es saber qué hora es en Londres, sino crear ilusiones en el tiempo».