Cuando nos proponemos tener una relación, el primer paso es propiciar encuentros con los que conocer a otras personas y poder ligar. Vamos más a bares, activamos el radar, nos apuntamos a clase de cocina o usamos algún tipo de apps. Llegamos a conocer a alguien y, de haber una primera cita, no pasamos de ahí. Nos preguntamos si el fallo está en nosotros, si hemos tenido mala suerte o si tal vez no le gustemos a nadie. Sin embargo, todo es más sencillo: hay varios errores que cometemos al ligar. Esto pasa o bien porque nunca hemos aprendido correctamente o porque hace mucho tiempo que no lo hacemos.

Saber qué errores son los más comunes y cuáles cometemos nosotros nos ayudará a que los primeros encuentros sean positivos y que, con el tiempo, podamos empezar una relación. De lo contrario, no pasaremos de los chats de la aplicación ni de la primera cita.

Fallos

Lo has hablado ya con tu grupo de amigo y también lo saben tus compañeros de trabajo. No logras pasar de la primera cita y a veces ni eso. El fallo no está en la forma que tienes de saludar a la otra persona ni de las fotos que estás usando. El problema viene cuando la conversación se extiende, cuando quieres hacer ver al otro que estás interesado. Has perdido práctica a la hora de ligar y dices muchas frases inapropiadas.

Es importante que estemos atentos a aquellos errores que cometemos al ligar. De esta forma podremos continuar conociendo al otro y valorar la posibilidad de tener una relación estable:

1. Superficialidad

Esto error lo cometemos tanto de forma directa como indirecta. A la hora de tener un encuentro, podemos basarnos únicamente en el físico, sin observar detalles importantes que hay alrededor. Por ejemplo, si estás ligando por Internet, los perfiles van acompañados de una biografía. Leerla nos dice mucho de cómo es el otro y si puede encajar con nosotros, independientemente de sus fotos.

Este fallo también va dirigido de forma directa al otro, especialmente cuando halagamos aspectos de su físico demasiado pronto o de forma exclusiva, pero también cuando evidenciamos nuestras virtudes.

2. Desistir pronto

No sabemos esperar y queremos que haya la conexión con el otro en una semana. Esto es algo que surge del tiempo, de la confianza y de la complicidad. Perdemos el interés rápidamente en la otra persona al no tener desde el primer momento esa conexión y el otro lo nota.

3. Ser maleducado

Ante todo, hay que ser naturales y asemejar nuestro comportamiento al que tenemos con nuestros amigos y conocidos. Si lo llevamos al extremo, podemos ser maleducados: expresarnos de una forma demasiado visceral, usar demasiados tacos o no prestar atención a las necesidades del otro. La naturalidad está bien pero acompañada de la prudencia.

4. Fingir

Cuando queremos gustar a alguien, procuramos proyectar una imagen mejorada de nosotros mismos. En este aspecto también solemos irnos al extremo. El otro, aunque sea de forma inconsciente, llega a percibir que no estamos siendo auténticos y puede perder el interés.

Este error se comete porque pensamos que lo que somos no es suficiente, que no le vamos a gustar a nadie. Sin embargo, debemos gustar al otro por lo que verdaderamente somos, y si no le gusta, vendrá alguien que sí se sienta atraído.

5. Hacerte el duro

Existe una cultura bastante extendida actualmente que es la de hacerse el duro, no mostrar interés y parecer distante. Esa estrategia parece que va a hacer que despertemos un mayor interés en el otro, cuando no es así. "No voy a ser yo el primero en escribir" por ambas partes hace que nunca escriba nadie.

Si tienes interés en el otro, no hay nada malo en mostrarlo, dando espacio y tiempo. De lo contrario, el otro puede interpretar que estás jugando o que no tienes ninguna intención.

Ligar no es un arte que unos pocos manejen. Todos tenemos el potencial para, desde la autenticidad, acercarnos a otro y poder tener una cita y las que vengan después. Sin embargo, también todos cometemos fallos que hacen que perdamos a personas interesantes. Verlos y corregirlos nos asegurará el éxito.

* Ángel Rull, psicólogo.