El Gobierno italiano ha decidido este domingo, contra las resistencias de todos los titulares, el cierre de las 3.500 discotecas del país hasta el 7 de septiembre "porque no se observan las medidas de seguridad" respecto al coronavirus. El sector factura 4.000 millones de euros al año y pide indemnizaciones adecuadas, contra los 100 millones que el Ejecutivo ha presupuestado hasta la fecha. Con la medida el Gobierno sale al paso de varias autonomías que, por su cuenta y legalmente, habían ya cerrado los locales de ocio, mientras que otras los mantenían abiertos.

La decisión ha sido tomada paralelamente a la vuelta de los primeros contingentes de turistas, generalmente jóvenes, de sus vacaciones, en muchos casos de los cuatro países considerados con mayor riesgo, entre ellos España, y con el consiguiente aumento de los contagios en el país. El Instituto Superior de Sanidad (ISS) cifró el sábado en 629 los nuevos contagios y en 479 el domingo, lo que en Italia supone un aumento que, aunque previsto, era temido por las autoridades en previsión de la vuelta al trabajo (primero de septiembre) y al comienzo del año escolar (14 de septiembre).

Roberto Speranza, ministro de la Salud, se ha dirigido este domingo directamente a los jóvenes, diciéndoles: "Entiendo la voluntad de salir y de vivir después de los meses de cierre, pero si contagiáis a los padres y abuelos se corre el riesgo de producir un daño real". Según el Instituto Nacional de Estadística (Istat), en Italia los padres y los abuelos constituyen el primer "estado del bienestar" para las familias y los jóvenes, que en su mayoría pueden estudiar gracias a la colaboración económica de los familiares.

A primeras horas de la mañana de este domingo, en los principales hospitales de Roma, Milán y otras capitales se podían apreciar largas colas de jóvenes, algunos todavía en bermudas y con maletas, que desde los aeropuertos habían acudido a los hospitales para someterse a una PCR, siguiendo las decisiones del Gobierno. Sin haber leído bien las precipitadas normas, por las que no debían acudir al hospital, sino a sus casas y llamar a los centros de atención primaria, que les habrían enviado un equipo de emergencia de los grupos médicos conocidos como Usc.

El pasado jueves Italia estableció repentinamente que quienes procedieran de España, Grecia, Malta y Croacia debían someterse, a su llegada a Italia, a un análisis rápido. Sin embargo, ninguno de los aeropuertos nacionales estaba preparado para ello, una embarazosa situación resuelta como se ha podido en pocas horas. Este domingo en el aeropuerto de Fiumicino (2.000 pasajeros diarios de llegada en este periodo), mil metros cuadrados, divididos en cubículos personales, estaban listos para efectuar el PCR a quienes llegaban.

"Yo vengo de Ibiza, he tenido un ligue allí y ahora temo las consecuencias", dijo un joven a los médicos del hospital Cotugno di Nápoles. Varias clases italianas que, a través de una agencia, habían ido a Croacia, han regresado todos positivos. Otros que procedían de Mykonos, antes de su cierre por el gobierno de Atenas, han resultado contagiados. Lo mismo un grupo que volvía de la isla italiana de Cerdeña.

El aumento de los casos ha alarmado al Gobierno, que ya los había previsto, pero que las estructuras del país no están preparadas para resolver. En el Cotugno de Nápoles tuvieron que pedir auxilio a las estructuras sanitarias de la autonomía para atender a los centenares de jóvenes procedentes del aeropuerto local y en Roma fueron enviados a los 'drive in', nombre dado a los centros callejeros semejantes a los autocines. En estos centros y sin bajarse del vehículo se realizan análisis rápidos.

"No hay que criminalizar a los jóvenes, ni hacerles llegar mensajes catastróficos, sino darles espacios para salir y que ellos sean responsables", ha pedido Francesco Vaia, director científico del hospital romano Spallanzani, el centro de referencia para el covid-19. La edad media de los contagios ha pasado, en tres meses, de los 68 años a los 42 años, con un 13% de positivos en torno a los 20 años, muchos de los cuales se encuentran en estado grave en las ucis del país. Mientras, este domingo ha zarpado de Génova el primer crucero de la temporada, la nave La Grandiosa de MSC con 1.500 pasajeros. Su puerto más lejano será Malta.