Treinta y cinco días de clases y una semana de pausa. Los aproximadamente 96.000 estudiantes de educación Infantil, Primaria y Secundaria de Cantabria están toda esta semana de fiesta. Es la primera de las cuatro paradas que van a realizar este curso los centros educativos de esa comunidad, de acuerdo con la reforma del calendario escolar introducida este 2016-2017. Cada dos meses de clases, las escuelas cántabras van a tener una semana (o dos, si se trata de Navidad y Semana Santa) de descanso, lo que significa que, en lugar de los tres trimestres tradicionales, este año va a haber cinco bimestres.

Esta semana, entre el lunes 31 de octubre y el viernes 4 de noviembre, se realiza la primera pausa, las primeras vacaciones de otoño que tienen lugar en la escuela española. Y hacia Cantabria miran los pedagogos, sociólogos, responsables de las políticas educativas, los innovadores y hasta aquellos que en los últimos tiempos se han distinguido como defensores de la reforma horaria. El laboratorio donde se desarrolla el ensayo es un sistema educativo, el cántabro, con una tasa de abandono escolar de apenas el 9,4% (la media española es del 19,4% y el objetivo europeo para el 2020, del 15%), una población escolar de dimensiones reducidas y una red de escuelas muy vinculadas al territorio.

Los cambios introducidos en el calendario este año en Cantabria forman parte de una reforma de los tiempos escolares más amplia, explica Ramón Ruiz, consejero de Educación de esa comunidad. «Las modificaciones empezaron ya en el 2009 con la implantación de la jornada continua en todas las etapas educativas», agrega Ramón Ruiz.

El modelo es de una inspiración francesa. En el caso cántabro, las escuelas se han organizado entre ellas para mantener abierto el servicio de comedor y organizar actividades de ocio educativo a precios asequibles para las familias (y gratuitas para las familias con beca). «También abrirán museos, filmotecas y bibliotecas y algunos ayuntamientos han previsto campamentos y ludotecas», indica José Antonio Sánchez Raba, director del colegio Cisneros, cuyo comedor acoge a los estudiantes de otras cuatro escuelas de Santander.

«En realidad, lo que se ha hecho ha sido algo tan simple como adelantar un par de días el inicio de curso y retrasar ligeramente el comienzo de algunos periodos de vacaciones», detalla Santiago Ferreiro, director de la escuela María Sanz de Sautoula. H