Marie Sklodowska-Curie. Mujer, científica y luchadora. Una joven que, a pesar de todo, consiguió estudiar física, química y matemática en la emblemática universidad la Sorbona, que por aquel entonces apenas contaba con mujeres en sus filas.

Un golpe del destino trajo a su vida a Pierre Curie, ilustre científico junto al cual empezó una prolífica carrera de investigación. Ni la precariedad laboral, ni la falta de recursos, ni las imposiciones sociales lograron detener su carrera. Su incansable trabajo acabó dando lugar a dos premios Nobel por sus descubrimientos en el campo de la radioactividad. Un trabajo que, aun pudiéndola hacer rica, se negó a patentar dejándolo en manos de la comunidad científica.

Impresionante, ¿verdad? Esta es la historia que tradicionalmente se cuenta en relación con la trayectoria personal y científica de Marie Curie. Un relato construido alrededor del mito de la heroína por excelencia, donde la genialidad triunfa por encima de cualquier adversidad. Una historia que, tal y como argumentan las historiadoras ​Margaret Rossiter y Julie Des Jardins, acaba dando lugar al Complejo de Marie Curie. Un término que haría referencia al complejo de inferioridad que afecta a las mujeres científicas que, expuestas a la biografía de Curie, se sienten incapaces de igualarla.

Desmitificando a Curie

¿Pero es todo oro lo que brilla? ¿Fue de verdad Marie Curie tan luchadora, brillante y abnegada como se cuenta? La biografía de la científica más conocida de la historia cuenta con una gran cantidad de matices que suelen obviarse en los homenajes a su figura.

No significa esto que ella no fuera una increíble investigadora, sino que el relato de su trayectoria no siempre es tan simple como se pinta. Para empezar, hay que tener en cuenta que su historia fue narrada por ella misma en sus innumerables viajes en busca de financiación y, posteriormente, por su hija Ève Curie. De ahí los inicios del mito.

Diversas revisiones historiográficas de la biografía de Curie apuntan a la necesidad de actualizar el mito creado alrededor de esta figura emblemática de la ciencia contemporánea. Es decir, añadir todos aquellos matices que permitan comprender cómo y por qué Curie hizo lo que hizo.

La historia resultante no pierde los logros de Curie, sino que añade todos aquellos elementos que nos permiten comprender el devenir de su trayectoria. Una manera de humanizar una heroína con sus claroscuros.

Efectos del mito

En la década de los 20, la historiadora Margaret Rossiter notó un creciente complejo de inferioridad en las mujeres científicas americanas después de las giras de Curie por los Estados Unidos. Compararse con una heroína de la ciencia resultó, para muchas de ellas, como un ejercicio desmotivador. Un fenómeno que, según apunta la historiadora, durante generaciones ha continuado permitiendo que los hombres descalifiquen a las mujeres y que las mujeres se descalifiquen a sí mismas por no poder estar a la altura del mito.

En su variante más extendida, este término haría referencia a la representación de las mujeres científicas en el discurso popular. Es decir, a cómo construimos el relato de las "grandes figuras" de mujeres científicas en el imaginario colectivo. Unas historias heroicas que originariamente fueron creadas para inspirar a las nuevas generaciones de mujeres pero que, a la larga, podrían generar el efecto contrario.

Es decir, si la lista de las grandes mujeres científicas tan solo está compuesta por fantásticas heroínas y genios abnegadas, ¿dónde están las mujeres corrientes? ¿hay lugar para ellas en la ciencia? ¿es posible vivir a la sombra de una heroína? A fin de cuentas, la gran pregunta que plantea el complejo de Marie Curie es si la creación de mitos en la ciencia sirve para inspirar (o no) a las siguientes generaciones. Un tema de debate que continúa candente hasta hoy en día.