La comunidad científica ha recibido con división de opiniones la noticia de que España ostenta el dudoso honor de ser el primer país occidental en registrar casos autóctonos del virus de Crimea-Congo. Algunos expertos hablan de “gran sorpresa”, pero otros recuerdan que ya se había advertido del peligro.

PESADAS Y PELIGROSAS

La traducción catalana de garrapata (‘paparra’) sirve también para describir a una persona muy latosa y pesada. Algo que evoca lo complicado que es arrancarla de la piel o la ropa. Pero la garrapata encierra peligros menos conocidos. “El mordisco ya hace daño, pero es que además puede transmitir varias enfermedades infecciosas. Una es tan nuestra que lleva el nombre de fiebre botulosa mediterránea, de síntomas parecidos a los del sarampión”, explica Antoni Trilla, jefe de servicio de Medicina Preventiva y Epidemiología del Hospital Clínic de Barcelona.

MÁS ACTIVAS Y AGRESIVAS POR EL CALOR

La infección más letal que puede transmitir es sin duda la del virus de Crimea-Congo, pero solo el género ‘Hyalomma’, de origen africano, puede hacerlo. “Una de las razones de que nunca haya habido contagios es que el ‘Hyalomma’ no suele picar a las personas, pero con el aumento de las temperaturas medias del verano registrado en los últimos años estos artrópodos se están volviendo más activos y agresivos”, según el jefe del departamento de Enfermedades Infecciosas del hospital de La Rioja, José Antonio Oteo.

UN ESTUDIO ADVIRTIÓ DEL PELIGRO EN 2015

No se había detectado en España ninguna garrapata infectada hasta que en el 2010 llegó de Cáceres la primera alerta: adheridas a un grupo de ciervos, se habían capturado ‘Hyalommas’ con la enfermedad. El descubrimiento llevó a Sanidad a encargar un informe a una comisión de expertos. Esta dictaminó que el riesgo de transmisión en humanos era “bajo” y su hipotético impacto en la mortalidad “muy bajo”, pero pidió que se vigilara la circulación del virus. Otra investigación dirigida entre el 2013 y el 2015 por el propio Oteo, basada en el hallazgo de Cáceres y en garrapatas infectadas encontradas en aves, arrojó conclusiones más preocupantes: “A pesar de que no tenemos evidencia de ningún caso de infección humana en nuestro medio, es altamente recomendable establecer un sistema de vigilancia activa en garrapatas y en la población por la casi segura emergencia de esta infección en la península Ibérica", decía en las conclusiones.

LA ADMINISTRACIÓN DESOYÓ LAS ADVERTENCIAS

“El cambio climático está favoreciendo la aparición de plagas de garrapatas. Estas son el principal vector de transmisión de agentes patógenos y esto ha hecho que solo en Europa aumenten notablemente las enfermedades que transmiten las garrapatas al hombre”. Más claro no lo pudo decir el pasado febrero el director de la cátedra de Parasitología de la Universidad de Valencia, Santiago Mas-Coma. “No tenemos buena serie de datos en España porque a nadie le han interesado jamás las garrapatas y no se han hecho muestreos sistemáticos que se han pedido a la Administración”, lamentaba este experto.

NI DIAGNÓSTICO NI AUTOPSIA

El hombre fallecido en Madrid no fue diagnosticado correctamente y ni siquiera se le practicó la autopsia. Algo que los expertos en sanidad consideran normal. “Si no se había dado ningún caso en Europa occidental y el paciente no había viajado a países de riesgo recientemente es normal que se descartara la fiebre hemorrágica. De diez veces que hubiera pasado, en las diez hubiera ocurrido lo mismo”, sostiene Trilla, según el cual los síntomas son compatibles con otras enfermedades.

UNA MANCHA EN EL MAPA

“Ha sido una gran sorpresa. La noticia dará la vuelta al mundo. A partir de ahora, en los mapas epidemiológicos de la enfermedad aparecerá una manchita aislada que será España”, destaca Trilla, que relativiza el estudio sobre el caso de Cáceres. “Ocurrió hace seis años y no se había producido ningún contagio. Es una prueba del bajo riesgo”, sostiene.

TRATAMIENTO EFECTIVO

Trilla cree que hay que “estar muy tranquilos” porque, además, en la gran mayoría de los casos el virus de Crimea-Congo desarrolla solo síntomas muy leves, a veces imperceptibles y solo en los casos graves la mortalidad se acerca al 40% en países con sistemas sanitarios débiles. A diferencia del ébola, este virus responde bien a un tratamiento, la Rivadivina, muy accesible porque está indicado para otras enfermedades”.