Las personas más expuestas a la contaminación atmosférica presentan alteraciones cerebrales en regiones afectadas en el alzhéimer, lo que les hace más vulnerables a esta enfermedad, según un estudio liderado por el Barcelonaßeta Brain Research Center (BBRC) de la Fundación Pasqual Maragall y el Instituto de Salud Global (ISGlobal) de Barcelona.

El estudio, que publica la revista Environment International, también ha detectado que una mayor exposición a zonas verdes es beneficioso, ya que genera un mayor grosor en el córtex de determinadas áreas cerebrales que les confiere más resiliencia a la enfermedad. La investigación ha comprobado que las personas más expuestas a dióxido de nitrógeno (NO2) y partículas en suspensión del aire de menos de 10 micras de diámetro (PM10) presentan una mayor atrofia cerebral y un menor grosor cortical en áreas específicas del cerebro que se ven afectadas en la enfermedad de alzhéimer.

«Estos resultados van en línea con los estudios científicos recientes que demuestran que la contaminación del aire tiene un impacto nocivo en el cerebro y está relacionada con la incidencia de demencias», según asegura Marta Crous-Bou, primera autora del estudio. «Nuestro estudio aporta por primera vez evidencia sobre el impacto negativo que la polución del aire puede tener en zonas del cerebro estrechamente vinculadas a la enfermedad de alzhéimer en personas de mediana edad sin problemas cognitivos», comenta.