La legislatura volvió al kilómetro cero ayer, como si los cimientos del mapa político construido en la investidura fueran asolados por una pandemia de coronavirus que todo lo cambia y que abre la puerta a una nueva lógica de fuerzas, a un nuevo código. Pedro Sánchez parecía ser bien consciente de ese nuevo escenario cuando compareció en su hora más difícil como presidente, determinado a transmitir que el país superará esta crisis por dura que sea. No despejó horizontes, no descartó medidas más drásticas. Ni la ley de seguridad nacional que reclama el PP ni el Estado de alarma que quiere Vox. Pero dio a entender que las consecuencias económicas serán graves y pidió a la oposición que apoye unos Presupuestos Generales del Estado «extrasociales» para proteger a los más afectados.

Hizo el llamamiento unas horas después de que Cs se mostrase dispuesto a apoyar las cuentas públicas, lo que haría innecesario el apoyo de ERC, casi un sueño para Sánchez: adiós al cordón sanitario de los naranjas y adiós al depender de la agenda independentista. En el colmo de lo inesperado, presionado por el impacto social del coronavirus, Quim Torra confirmó que se sentará, por primera vez, con los presidentes autonómicos, aunque sea en formato virtual, para abordar la crisis.

La sensación de excepcionalidad se ha adueñado del país, de la política, e incluso de la comparecencia del propio Sánchez. Tuvo que llevarla a cabo en la sala de prensa de la Moncloa vaciada de periodistas por los rigores de la prevención. Las preguntas llegaron por escrito y vídeo, algo que le permitió surfear cuestiones comprometidas.

¿Adaptará sus Presupuestos para obtener el respaldo de la oposición? «El Gobierno ha pedido al Parlamento que permita tramitar unos Presupuestos que, si antes eran necesarios, ahora son más necesarios que nunca. Tienen que ser extrasociales por las consecuencias en el Estado del bienestar, para proteger a los damnificados», dijo, para confirmar que «en las próximas semanas» pedirá a los grupos que respalden las cuentas públicas en un momento crítico para el país.

No dijo hasta dónde estaba dispuesto a moverse para conseguir el aval. Sin embargo, el abanico posible de sumas ha cambiado. Hasta ahora Sánchez dependía de la abstención de los 13 diputados de ERC. Ayer, Inés Arrimadas (Ciudadanos) ofreció sus diez diputados para apoyar un proyecto de emergencia, con 10.000 millones para el coronavirus y sin subir impuestos.

PRECAMPAÑA VASCA Y GALLEGA / A Sánchez le saldrían las cuentas. Está por ver cuánto aprieta la crisis del coronavirus al resto de partidos y hasta dónde afecta el tiempo muerto en Galicia y Euskadi: de momento se suspende la precampaña y no está claro que se puedan celebrar las elecciones del próximo 5 de abril.

La clave catalana también varía. Torra ha accedido a participar por primera vez en un foro multilateral, con el resto de sus homólogos y Sánchez, mañana. La reunión será por videoconferencia y con el president presente por la grave situación, pero es de gran simbolismo.

En la baraja política entran medidas más drásticas. Pablo Casado considera insuficiente la reacción. Pide que se aplique la ley de seguridad nacional para que el Gobierno ejerza el «mando único» y Sánchez coja «el toro por los cuernos». Vox va más allá. «¡Decrete el estado de alarma y ponga todos los recursos a detener la pandemia!», exige Santiago Abascal, desde Twitter.

El Gobierno sabe que en una crisis de esta magnitud la unidad puntúa y la bronca política resta, de modo que Sánchez evitó toda confrontación y descartó que haya desencuentros con el Ejecutivo de Isabel Díaz-Ayuso, como el PP viene deslizando. «No contemplo ninguna discrepancia con el Gobierno autonómico. La coordinación está siendo muy positiva, franca y alentadora», zanjó el presidente.