Circulaba en las redes sociales una iniciativa para correr de blanco y rojo por Julen Madina. Ayer, 12 de julio. Un día especial cada sanfermines para el corredor de Hernani, cuando se reunía con su familia en Pamplona. Llevaba años retirado del encierro que lo llevó a la gloria y lo acercó a lo peor del ser humano. Pero los del 2017 son los primeros sanfermines sin Julen desde que el mar se lo llevó para hacerlo eterno.

El sexto encierro de las fiestas tenía a los toros de Victoriano del Río como protagonistas. De rojo y blanco corrió Mateo Ferris, de Onda. De blanco, Josemi, de Benicarló. Quédense con sus nombres. Los victorianos enfilaron la cuesta de Santo Domingo arropados por los cabestros, no sin que uno de los mansos hiciera el gesto de rajarse en esos primeros metros en los que se sitúa siempre Marabello, de les Alqueries.

Sin separarse unos de otros, los victorianos organizaron de 2 en 2 la manada en el tramo en el que corrió Eloy Mallench, de Artana, y pasaron por el ayuntamiento sin mayores incidentes. En Mercaderes la torada siguió muy agrupada, pero quedó destapada para tomar la curva y enfilar Estafeta como si estuvieran jugando al dominó o a los bolos. A izquierda y a derecha, donde se encontraban castellonenses como Lluís Barraganes, los mozos iban cayendo al verse superados por la velocidad de los toros; mientras que por el centro eran, directamente, arrollados. Sin miramientos. Y aún así, algunos corredores pudieron coger toro en los huecos creados al estirarse la torada.

Tras el primer toro que abría, se colocaron los castellonenses Mateo y Josemi con los dos que venían. Carrera de sacar el pañuelo, el blanco, y pedir los mayores trofeos para la pareja de casa.

Los toros entraron en los corrales a los 2 minutos y 17 segundos. Demostraron su capacidad atlética, sí, pero no la suficiente como para batir récords. Al final, ocho corredores contusionados.