Lejos de ser el gran igualador, la Covid-19 es de hecho el gran desestabilizador, como muestra la encuesta más grande a niños, niñas y sus familias desde que comenzó la pandemia. Seis meses después que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarase la pandemia mundial, Save the Children ha recopilado información de más de 25.000 niños, niñas y personas adultas en 37 países sobre cómo la Covid-19 está afectando sus vidas. Por si fuera poco, la tendencia abrumadora es que los pobres se empobrecieron más, los enfermos se enfermaron más y los riesgos de sufrir violencia y pérdida de educación, nutrición y atención médica aumentaron dramáticamente entre las comunidades más vulnerables. Y, como era de esperar, las niñas volvieron a padecer las consecuencias de manera desproporcionada en comparación con los niños.

Dos tercios de las niñas encuestadas dijeron que están haciendo más tareas en la casa y más de la mitad informaron que dedicaban más tiempo al cuidado de sus hermanos. Con tantas niñas sin educación a tiempo completo, la ONU estima que hasta 13 millones más de matrimonios infantiles podrían tener lugar en los próximos diez años. Una niña de 15 años de Kenia nos dijo: "Estaré en la escuela durante cinco años más, no estoy segura de en qué mes regresaremos, me preocupa que las niñas queden embarazadas debido a la Covid-19". Otra adolescente, esta vez de India, nos contó: Abramos nuestras escuelas ya que nuestra educación se ve afectada y nos aburrimos en casa. El Gobierno también debería hacer algo por la seguridad de nuestras vidas.

Nuestra encuesta muestra otra tendencia inquietante como consecuencia de los cierres de escuelas en todo el mundo: la violencia en el hogar aumentó más del doble. Cuando las escuelas estaban cerradas, la tasa reportada de incidentes era del 17%, más del doble de cuando las escuelas estaban abiertas. Esta súplica de una niña de 15 años en el Líbano lo dice todo: "Ayudadme a vivir de manera segura, como un ser humano".

Aunque los niños y las niñas no corren un alto riesgo de daño directo por el virus, sí se ven afectados de manera desproporcionada por sus impactos ocultos. Los efectos indirectos de la pandemia suponen que casi 10 millones de niños y niñas no regresarán a la escuela este año, con consecuencias devastadoras en su desarrollo y perspectivas laborales futuras, sin mencionar el estrés adicional en sus cuidadores. La infancia vulnerable, como la refugiada, los de grupos minoritarios o los que viven en Estados frágiles o afectados por conflictos, también corren el riesgo de perder sus derechos fundamentales a la alimentación, la vivienda, la salud y la protección.

A pesar de que el secretario general de la ONU pidió un alto el fuego global para que el mundo pudiera concentrarse en combatir la pandemia unido y fuerte, los conflictos en todo el mundo han seguido matando y mutilando a niños y niñas en Yemen, Afganistán, Burkina Faso o Myanmar. ¿Cuándo nos daremos cuenta de que somos una única humanidad y que al virus le importan poco nuestras políticas e ideologías? La guerra debe terminar, los niños deben matricularse en la escuela, dijo una niña de 13 años de Afganistán. Estamos cansados de la guerra y los enemigos, añadió. Otra adolescente de Filipinas afirmó: "En una época de calamidades, debemos seguir unidos". "Evitemos por ahora cualquier diferencia política".

La pandemia de la Covid-19 ha ampliado las desigualdades socioconómicas y en igualdad de género. Los hogares más pobres tienen más probabilidades de sufrir pérdidas de ingresos (82%) que aquellos no clasificados como pobres (70%). Asimismo, la pérdida de ingresos también supone que las familias vulnerables no pueden pagar la atención médica. Más de ocho de cada diez niños y niñas encuestados dijeron que estaban aprendiendo poco o nada durante el cierre de las escuelas, y menos del 1% de los niños y las niñas de hogares pobres dijeron que tenían acceso a internet para el aprendizaje online, lo que demuestra que la Covid-19 está profundizando la brecha digital. Hay una creciente desigualdad que ha resultado en más pobreza, dijo un niño nepalí de 17 años. "El Gobierno debe garantizar alimentos para quienes están en cuarentena".

Los niños y las niñas tienen voz. Nos mostraron su fuerza colectiva el año pasado cuando hicieron oír esas voces sobre la crisis climática, lo que finalmente llevó a una semana de manifestaciones mundiales que se convirtió en la huelga climática más grande de la historia, con millones de personas participando en todos los rincones del mundo. Deberíamos haber escuchado a nuestros hijos e hijas entonces y debemos escucharlos ahora. Un joven salvadoreño de 17 años nos dijo: "Mi mensaje para los líderes es que me quedo sin palabras, ya que no nos tienen en cuenta".

Para proteger a toda una generación de perder un futuro saludable y estable, el mundo necesita intensificar urgentemente el alivio de la deuda de los países de bajos ingresos y los estados frágiles para que puedan invertir en la vida de sus hijos e hijas. Las necesidades de la infancia y sus opiniones deben estar en el centro de cualquier plan para reconstruir lo que el mundo ha perdido en lo que va de año, para que no terminen pagando el precio más alto.

Los grandes problemas requieren grandes soluciones. ¿Y quién mejor para llegar a ideas frescas que las mentes jóvenes y brillantes que algún día heredarán el planeta que les dejamos? La Covid-19 está causando una miseria y sufrimiento incalculables en todo el mundo. Está remodelando nuestras sociedades y nuestra política, así que asegurémonos de estar a la altura del desafío. Convirtamos este gran desestabilizador en una gran oportunidad para un cambio positivo.