La muerte de una antigua estrella del fútbol ha reabierto la polémica en el Reino Unido en torno al creciente uso por parte de la policía de las pistolas eléctricas. El exfutbolista de la Real Sociedad y el Aston Villa Dalian Atkinson se convirtió el lunes en la persona número 11 que fallece en los últimos cinco años y la tercera en morir este año tras recibir descargas eléctricas en confrontaciones con la policía. Atkinson, de 48 años, sufrió una parada cardiaca poco después de ser abordado por los agentes, en la casa de su padre, en la localidad inglesa de Telford en Shropshire. El organismo que vela por el comportamiento del cuerpo policial ha abierto una investigación para determinar si estuvo justificado el uso de la Taser y si fue utilizada correctamente.

El jugador, con problemas de alcoholismo y de salud, amenazó con matar a su padre, al que tenía agarrado por el cuello, al grito de “soy el Mesías”, según ha contado al diario The Sun su hermano, Kenroy. “Mi hermano había perdido la cabeza. Se encontraba en un estado maniacodepresivo”. La familia, sin embargo, había cuestionado el uso de la fuerza ejercido por parte de la policía.

VARIOS DISPAROS // Una vecina, Paula Quinn, ha relatado que los agentes le dispararon a Atkinson varias descargas de 50.000 voltios, “cuatro o cinco veces”, y le dieron patadas cuando estaba en el suelo. El futbolista tenía problemas de corazón y de riñón y estaba sometido a diálisis.

Los tributos al jugador desde el mundo del fútbol se han mezclado con las críticas al uso de las pistolas eléctricas. La organización Inquest, que ayuda a las familias de víctimas mortales de la Taser, ha denunciado un incremento en su uso, a pesar del riesgo que implica, “especialmente con personas que tienen problemas mentales o que están bajo los efectos de las drogas y el alcohol o tienen problemas de corazón”, señala Deborah Coles, directora de la organización.

Uno de cada diez policías en Inglaterra y Gales porta ahora este tipo de pistola eléctrica. H